La suerte del miedoso

1583 Palabras
Daniel se había quedado en la nave esperando el regreso de sus compañeros de clase, pero al ver que no volvían decidió matar el rato inspeccionando la nave en la que estaba, primero lo hizo en la cabina de control, aunque con algo de incomodidad por los cuerpos muertos que yacían en el suelo. —«Esto está destruido, ¿qué es eso en la pantalla?, una barra en proceso de acumularse, se debe estar cargando algo sea lo que sea, también hay un sistema de fechas ahí, pero es muy extraño, dice 88 del año Merdin, debe ser un error, este botón dice video pero está roto también» —Daniel luego de ver esto y observar toda la cabina inspeccionando todo sin encontrar nada se desintereso por esta parte de la nave, además que no quería estar cerca de los cuerpos muertos mucho tiempo, así que se dispuso a ver las otras cabinas, pero lo único curioso que vio fue que en las celdas había pantallas en las paredes que al inicio ellos no pudieron ver por estar exaltados—. «¿Por qué habrían de poner pantallas en las celdas?» —fue lo que pensó Daniel, pero no le dio muchas vueltas ya que en esos momentos sabía que no podría responder esa duda. —«La nave es más pequeña de lo que pensaba, solo esta cabina de control, el pasillo y las celdas, pero ¿qué es eso?» —Daniel miro en el suelo una perturbación, se acercó y abrió lo que parecía un espacio donde se podía arreglar la nave, Daniel intuyo que los mecánicos diseñaron ese espacio para trabajar alrededor de el en lo que fuera necesario, era un buen escondite, y lo fue para Alister, desde ahí Daniel exploro y vio las turbinas, los cables que se dirigían a varios espacios de la nave, y ciertas cosas que no reconocía. Luego de unas horas, Daniel se estaba asustando más y más, sus compañeros no volvían. —«¿Me habrán abandonado?, no, la nave está aquí, a menos de que decidieran irse a buscar un pueblo con Alex… no, lo más probable es que se hubiera peleado con Erick, si hubiera sido el caso de que algunos siguieran a Alex, al menos Erick volvería, ya que no le agrada mucho Alex, pero entonces ¿por qué se tardan?, ¿les habrá pasado algo?, sin duda han tenido algún contratiempo, ¿o tal vez se encontraron con alguien?, ¿y si ese alguien no es bueno?, mierda mierda mierda, si tan solo supiera que está pasando» —pensó Daniel, quería ir a buscarlos, pero tenía miedo de equivocarse, él pensaba—: «¿y si al ir a buscarlos ellos están bien, y cuando volviéramos no supiéramos encontrar la nave? ¿O peor aún desaparece?, ¿Qué hago?» —Daniel ya se había enfrentado a este tipo de disyuntivas muchas veces, bueno no de esta magnitud, pero similar, y siempre sabía las opciones que tenía, pero no sabía cómo accionar, al final siempre terminaba sin hacer nada, y era común que se lamentara al final. Daniel se quedó en el suelo de la nave por horas, el frio aumentaba, empezaba a tener hambre, tenía sed, pero cuando por fin se decidió a salir ya era de noche, los sonidos de la montaña lo espantaron, viendo esto decidió dar la vuelta y quedarse, fue a las celdas, el único lugar donde no había  c*******s, además del pasillo que daba al exterior, pero como la puerta estaba abierta y no quería cerrarla por si sus compañeros aparecían, esperaba que si por casualidad regresaban en la noche al menos pudieran ver la puerta si tenían suerte, pero como no cerraba la bendita puerta pues el frio seguía entrando y congelando ese pasillo, y como era evidente la única opción que le quedaba era ir a las celdas. Intento dormir en ese cuarto lleno de celdas, se tumbó en el suelo y le tomo más de dos horas poder conciliar el sueño, cuando por fin despertó, fue a ver la cabina, la descomposición de los cuerpos ya empezaba a hacerse presente, no quiso quedarse allí, le daba miedo el exterior, pero decidió salir a buscar agua o algo que comer, estuvo una o dos horas sin encontrar nada que el supiera que se pudiera comer, se rindió, y cuando estaba volviendo a la nave, de repente vio a lo lejos arboles moverse, y el sonido de estos rompiéndose lo asusto, el miedo lo paralizo, de pronto vio un monstruo acercarse, era como un tigre dientes de sable pero de mayor tamaño, tenía flechas incrustadas en todo su cuerpo, venia seguido de  hombres a caballo que aparecieron persiguiendo al monstruo, vio como le lanzaban flechas a este y empezaron a luchar en contra del monstruo. Después de unos angustiantes segundos Daniel por fin pudo moverse, corrió y se apresuró a entrar a la nave, pero uno de los que iba a caballo se le adelanto, lo rodeo y se bajó del caballo deteniendo su paso. —No tengas miedo amigo, nosotros nos encargaremos de la bestia, mi nombre es Cesar Lumbrent, como vez estábamos cazando este gimilodon mientras íbamos a subyugar bandidos, te aseguro que todo saldrá bien no tienes de que preocuparte, por cierto, ¿de casualidad no has visto a un grupo de bandidos pasando por aquí o algo más “extraño”? —decía el caballero Cesar con su armadura plateada brillando con los rayos del sol. —No he visto nada señor —decía Daniel algo nervioso, observo extrañado al caballero, lo hizo con sumo detenimiento. En su mano derecha vio que llevaba algo que parecía una brújula y su mano izquierda estaba en su cintura agarrando la empuñadura de una espada enfundada, su armadura plateada llevaba el emblema del sol en su pechera además tenía tres pequeñas líneas doradas junto a ese sol, símbolo del luzismo una religión ya olvidada, su casco estaba tirada para atrás, y llevaba una capa blanca. Parecía que iba a dejarlo ir hasta que de pronto Cesar volteo y vio la puerta abierta de la nave. —¿Qué es eso? —pregunto Cesar acercándose a la nave muy sorprendido ya que nunca había visto algo así, vio el interior y como lo demás parecía no estar ahí. —Es una nave —respondió Daniel ya visto que había sido descubierto, intuyo que decir algo de la verdad era lo necesario para que no hubiera fricción entre ellos, ya que con las ropas de dormir que llevaba era muy evidente que no vivía por esos lares, además pensó que al decir parte de la verdad crearía confianza. —¡Oh! ¿Con que sabes que es esta cosa? —dijo Cesar con tono sarcástico. —Me trajo aquí, disculpe por preguntar, pero ¿Dónde estamos? —dijo Daniel no queriendo revelar que sus compañeros existían, pero por haber dicho eso pasaba mucho miedo. —Estamos en Tersan joven, ¿y esta cosa solo te trajo a ti? —dijo Cesar con duda de lo que decía Daniel. —Si, solo a mí, «¿Tersan?, no es posible, ese nombre es del antiguo reino que inicio el luzismo» —Daniel estaba analizando varias opciones, pero la única respuesta que salía de su cerebro era que lo que decía el caballero era verdad, por consiguiente, esa nave era una máquina del tiempo, y los había llevado al pasado probablemente por un accidente ocasionado por la pelea entre esas dos personas muertas. —Bueno, nos llevaremos esto a la ciudad —Cesar hizo un gesto y los otros caballeros de extraño aspecto que ya habían acabado con el monstruo tomaron su c*****r y se fueron. —«¿Cómo llevara la nave si esta él solo?» —se preguntó Daniel, viendo a los otros caballeros alejarse. —Tú ¿Cómo te llamas joven? —pregunto Cesar mientras saco su espada y con esta hizo un gran círculo en el suelo, que abarcaba toda la nave y un poco más. —Mi nombre es Daniel —respondió Daniel extrañado por lo que hacía el caballero. —Bueno Daniel, tú me acompañaras a Miraci, junto con esta cosa que llamas nave —dijo Cesar terminado lo que hacía. —Disculpa, pero ¿Cómo planea llevar todo esto?, solo estamos usted y yo —decía Daniel intrigado por qué Cesar seguía con la idea de llevarse la nave. —Pues gracias a los milagros que nuestro gran sacerdote me ha otorgado podremos llegar a Miraci en nada de tiempo, me dio esta espada sagrada, también otros objetos sagrados, y como un caballero que soy, puedo utilizar estos objetos y hacer milagros, ahora acércate al círculo joven Daniel —dijo Cesar con una gran sonrisa, Daniel ladeo un poco el circulo y se fue acercando lentamente, él estaba completamente incrédulo de lo que cesar decía, era un escéptico por naturaleza, su padre le había inculcado el método científico desde niño y esto aumento su escepticismo, pero lo que vería a continuación rompería por completo sus creencias, y solo estaba iniciando. Daniel por fin se acercó lo suficiente como para que Cesar hiciera lo suyo y acto seguido lanzo un cristal al aire, y cuando el cristal llego a su punto más alto un destello surgió de él, Daniel sintió un desvanecimiento y en menos de lo que pudieron recuperarse sus ojos, ya se encontraban en otro lugar.
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