CAPITULO 39

1160 Palabras
ABEL Su mirada es aterrorizante, no puedo mantenerla la mirada porque da miedo enserio. Ella no me volvió a dirigir la palabra desde que le dije que sus padres vendrían a visitarnos. Crei que eso le alegraría, pensé que ganaría puntos con ella si traía a sus padres aquí pero este comportamiento es el que jamás pensé que tendría, lo único que queria era demostrarle que no tiene porque sentirse insegura de lo que comenzó con una farsa y que ahora es real, por ello pensé en que si sus padres veían la vida que lleva ahora y que esta casada ella diría algo como “¡Enserio hiciste eso por mi! ¡estoy muy feliz, me has hecho muy feliz Abel!. Y han pasado dos días desde que me volvió a dirigir la palabra. —Me voy a la escuela. —Violet como es costumbre de la familia en los niños, se despide de mi y de ella. —¿Te pasa algo mamá? —No —ella le da una sonrisa calida. —Estoy perfectamente, feliz. —dice lo ultimo viéndome con una mirada asesina. —No olvides ser una buena chica y… —Dar todo de mi. —termina riéndose —Lo sé, mamá. —Cariño… —ella carraspea su garganta —Tengo algo que decirte. —Violet la mira con atención. —Mis… padres… osea, tus abuelos, estarán aquí cuando vuelvas de la escuela. —¿Mis abuelos? —dice confundida y ella asiente —No dijiste que estaban muertos. Abro la boca impactado de lo que dijo. Lea se rie nerviosa y le aclara que ella y ellos tienen sus riñas y por ello no se lleva bien con ellos. —Bueno, tu tienes tus razones para no quererlos mamá. Oh me tengo que ir. —me abraza cortamente —Nos vemos en la tarde. Ella sube a su auto y se marcha. —Asi que le dijiste que están muertos. —ella sigue ignorándome. —Aunque me ignores debes hablarme para ir por ellos al aeropuerto. —un taxi entra a nuestra residencia dejándome confundido. Ella se acerca a el y abre la puerta. —¿Te iras en taxi, enserio? —Abel, de eso te vas a encargar tú, no yo. Fuiste tú quien los invitó sin consultarme antes así que ocúpate de ellos. Se largó dejándome con la palabra en la boca. —¡Ay esta mujer es increíble! Mi auto llega y me largo de la casa también dirigiéndome a la empresa. Al llegar la vi conversando con las secretarias y los de publicidad. No me agradó ni un poco. Me di cuenta que la secretaria no se encontraba por las vacaciones que le dió ella después de intentar ligar con mi hermano Carter. La llamo por el comunicador ya que debemos trabajar y al colgar ella abre la puerta. Pasaron las horas y ella me ignoró todo el tiempo. Solo me dirigía la palabra cuando tenia algo que preguntarme sobre el trabajo y eso me disgusta. Ella atiende las llamadas que son importantes pero cuando atiende una antes de irse a comer frunce el ceño molesta. —Dígale a los señores Villanueva que no son los monarcas para solicitar mi presencia. —corta la llamada y me fulmina con la mirada —¡Porque demonios los trajiste! —Creí que te haría feliz —me encojo de hombros —No esperaba que los odiaras tanto. —el comunicador vuelve a sonar y ella responde pero se fastidia —Dije que… —se queda en silencio —Quien te crees para venir exigiendo mi presencia cuando me dijiste claramente que no querías volver a ver mi cara el resto que te queda de vida. Pues adivina que, padre. Estoy dándote la dicha de cumplir tu voluntad asi que no te quejes. Cuelga la llamada con rabia y suelta un suspiro lleno de odio y fastidio. “Creo que metí la pata y hasta el fondo” Ella salio furiosa de la oficina, ni siquiera me vio a la cara y fue mejor para mi porque no sabría que decirle o con que cara verla por lo que hice, jamás pensé que ella los odiara tanto por el pasado. Cayó la tarde y ella volvió, no quise preguntarle donde estuvo todo el tiempo porque sabría que me daría un bocho asi que me mantuve callado. —Hay que volver a casa. Ella se veía acongojada, se sienta sobre el sofa de la oficina y veo la tristeza en sus ojos. —Después de que me corrieran, nadie me ayudó, ni siquiera a las que yo consideraba mis amigas. Esa noche en la que me echaron de casa cuando supieron de mi embarazo… habia una tormenta eléctrica, nadie me ayudó asi que tuve que dormir bajo el puente de mi pueblo, el frio era intenso. Lloré como no tienes idea, jamás pensé que ellos fueran capaces de echarme de esa forma, claro, como tenían a su hija favorita, les importaba una mierda lo que pasara conmigo. —¿Cómo llegaste a este país? —sentí curiosidad. Me mira con tristeza. —Debemos irnos, no quiero que comiencen a criticar a mi hija. —evadio mi pregunta. —Lea. —tomo su mano —Eres la señora Vlarios ahora, ellos son invitados y si te tratan mal puedes echarlos cuando quieras. Nadie podrá correrte porque eres mi esposa. Ella me sonríe con calidez —Lamento haberme desquitado contigo. Ladeo una sonrisa y la invito a salir para volver a casa. De reojo la observé y pude ver que ella estaba ansiosa y muy alterada, no puede ocultarlo, no como yo lo hago porque es un habito ocultar mis emociones y ser frio hasta con mi familia. Llegamos juntos a casa, puedo ver que inhala profundo antes de bajar del auto. Tomo su mano para recordarle que no esta sola. Posiciono mi mano derecha detrás en su espalda. Entramos y vemos que no hay nadie en el recibidor. —¡Mamá, papá! Violet corre hacia nosotros y nos abraza, Carter venia bajando las escaleras junto a sus hijos y esposa. Por sus caras parecían haber discutido nuevamente. —Al fin te dignas en aparecer. —ella cierra sus ojos con disgusto, voltea a su costado izquierdo donde ve a su padre salir de la sala. —Supongo que es normal viniendo de ti. Era un hombre de carácter fuerte, se veía vigoroso. Una mujer se acerca a su lado, parece de la misma edad de el hombre. Junto a ella una chica de al menos le calculo una edad de 17 años. Era cabello rizado, largo y de castaño claro, de ojos azules como los de su madre a diferencia de Lea que posee unos ojos avellanas y su cabello es lacio. —Quisiera decir que me da un gusto volver a verlos —ella fuerza una sonrisa —Pero seria mentirme a mi misma.
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