Me acerco a él y dejó un casto beso sobre sus labios.
—Eres el mejor.
Tomo a mi hija con cuidado, le pido ayuda al chofer para sacarla. Cuando esta afuera la cargo con dificultad porque ha crecido mucho.
—Asi que ya llegaron. —Carter me asusta cuando aparece. —¿Y Abel?
—Bueno… —se acerca para verlo dormido dentro del auto. —Supongo que se esforzó de mas.
—Llevaré a tu hija adentro si quieres.
Dudé un poco, pero él es un hombre que no le haría daño a mi hija asi que le di a mi hija para que la dejara en su habitación. Al alejarse me acerco a él y muevo su hombro para que se despierte.
—Ah, que… ¿ya llegamos?
—Hace un momento. —respondo —Abel, ¿Qué haces aquí? Deberías estar en Australia.
—Te lo iba a decir anoche pero la inoportuna de Kara no me dejó llamarte otra vez, —se rie —Cuando le dije que ya me iba se volvió loca y lanzó mi teléfono por la ventana. Y fue peor cuando le dije que nuestra familia ya no necesitaría de la suya. Tuve que escabullirme para tomar mi vuelo a tiempo.
—¿No… te acostaste con ella?
Sus ojos color miel me miran interrogantes.
—Te voy a ser sincero, si la besé, pero, lo hice para hacerle creer que lo haríamos, ya cuando ella entró al baño aproveché para salir de ahí como alma que lleva el diablo.
Me rio al solo imaginar la escena cómica.
—La infidelidad no es aceptable en esta familia.
—Lo sé, así como también las consecuencias.
—Pero yo no lo hice por eso. —toma mi mano y sus dedos juegan con los mios. —Yo le hice una promesa a alguien.
Miro nuestras manos sin poder evitar reírme, hice una tormenta de emociones en vano porque no pasó nada, aunque debería dudar pero su mirada y la razón de estar aquí me demuestran que no miente.
Sus labios de pronto se apoderan de los mios en un beso robado, nuestras miradas se cruzan y se mantienen fijas una a la otra. Le devuelvo el beso con pasión pero me alejo de golpe al recordar que debe estar cansado por todo.
—Un polvito de bienvenida no me caería mal.
—No —me burlo —Ya te has esforzado mucho hoy y te mereces un descanso, padre del año.
—¿Lo soy?
—Bueno, eso es lo que piensa los reyes y claro yo. Anda. Hay que entrar.
Entramos a la mansión donde ya se encontraba su madre esperándonos.
—Felicidades Hijo, tu padre estaría orgulloso de ti al ver que estas siendo un excelente ejemplo como padre.
Opino lo mismo que su madre porque es algo que no cualquiera haría, él hizo lo imposible para estar aquí pese a que Violet no es su hija biológicamente.
—Ve a ducharte, te prepararé algo para comer.
—Ja, no me digas que sabes cocinar. —suelta su veneno Isabel —Porque no dejas que las criadas le preparen algo delicioso, el pobre no necesita comida de pobre después de tanto esfuerzo.
—¿Isabel? —Abel nota su presencia y la mira fijamente haciéndola sonreír —¿Por qué tus cejas se ven extrañas?
Su cara se tornó roja de la vergüenza haciéndome soltar una carcajada cuando se larga. El confundido pregunta si dijo algo fuera de lugar y su madre le explica lo que pasó mientras me alejo para cocinar para él, esta vez Abel se merece eso de mi.
Recuerdo que mamá preparaba un guiso delicioso, tengo en mi memoria su sabor exquisito asi que decidí hacérselo a él también, claro respetando su dieta ya que ese cuerpo trabajado se mantiene así por su estricta forma de comer.
—Llevas una hora y media aquí. —la señora Gabriela entra y ve la comida. —Sabes que las empleadas pudieron hacerlo por ti.
—Abel se esforzó mucho, cuando llegó, él ya se encontraba cansado, aun asi se esforzó para ser el numero uno con nuestra hija. Preparé canelones de berenjena, ¿quiere un poco?
Ella me indica que le sirva un poco, Abel baja con su torso desnudo, un pantalón de tela cómodo para dormir que no le había visto es lo que trae puesto dejándome babear al admirar la mitad de su cuerpo desnudo.
—Querida, tus mejillas están ruborizada.
—¿Eh? —reacciono cuando la madre de Abel me habla. La observo y puedo ver su risa divertida. —Perdón.
—Por tu reacción cualquiera diría que apenas empiezan a conocerse.
Se acomoda al lado de su madre y le sirvo un poco moderadamente. Lo prueba y se saborea diciendo que esta delicioso. Con timidez digo que me alegra saber que le haya gustado.
—Desde las escaleras se siente un rico olor… oh, son Berenjenas. —Carter se acomoda al otro costado de su madre —Cuñada, me regalas un poco.
—¿Cuñada? —repite Abel por la confianza —¿De que me perdí?
Los hijos de Carter y el hijo de la hermana de Abel se unieron y como era mucha comida ellos comieron dos veces, las únicas que no quisieron probar fueron Isabel y Lorie, la hermana de Abel. Los demás comieron hasta llenarse incluso Abel. Me encargué de acomodar todo y dejar limpio, guardé un poco para Violet quien seguramente debe de haber despertado.
Abro la puerta y no la veo en su cama.
—¿Mamá? —mis ojos la ubican saliendo del baño —¿Y eso?
—Preparé un poco de la comida de mi madre, espero te guste.
Ella se sienta en la silla y toma la bandeja, la prueba y dice que esta deliciosa, me rio al ver que devora todo con mucha hambre.
—Hija tranquila, —me rio —Nadie te va a quitar la comida.
—Perdón. —murmura con emoción —Pero es que esta rica. —ella se queda inmóvil y extrañamente sonríe —Mamá… tu jefe… es genial.
—¿Hablas de Abel?
Asiente.
—La verdad… no esperaba que apareciera. Unos niños… se burlaron de mi porque era la única que no participaría. Dijeron que no era tan importante para mi padre y por eso se fue por trabajo. —“Ay, estos mocosos mimados” —Por eso cuando lo vi… lloré.
La traigo a mi en un abrazo. Beso su cabello porque no vi que en verdad se sentía tan sola.
—Él… es un buen hombre, ¿verdad?
—Si. Lo es.
Deje a mi hija sola en su habitación para poder descansar, cuando entré lo encontré con su computadora.
—¿Aun trabajando?
—No. —murmura sin despegar sus ojos de la pantalla —Estoy viendo la disponibilidad de vuelos y reservaciones en cierto hotel para la cena familiar.
Fue extraño, no sabia que habría mas invitados.
—Algo de improviso.
Tomo un sorbo de agua.
—Bueno, mi madre dice que ya es hora de que nuestras familias se conozcan.
El agua se me vino de regreso escupiéndola en su cara. desvio mi cara y comienzo a toser. Al verlo nuevamente me doy cuenta del desastre que hice.
—Me alegra que te agrade la noticia también.
—De ninguna forma eso va pasar. Lo sabes perfectamente.
—Vamos, no puede ser tan malo, si te preocupa la visa o…
—Abel —dije con seriedad —Te dije que no, hace años que no se nada de ellos y asi quiero que sea.
—¿Por qué? —cuestiona.
—Conozco a mi padre, si descubre esto…
—¿El que? Lo nuestro es real, este matrimonio lo es ¿o lo olvidas?
—Abel, —siento mucha ansiedad asi que cierro mis ojos para no pensar en mis padres. —Por favor, no insistas, es mejor que estén alejados de mi vida y de la mi hija.
—Son tus padres Lea.
—Un padre no te echa de casa solo por un error de tu juventud. Ellos jamás les importó si pasaba hambre o si vagaba por las calles, no les importó en lo absoluto. Si ellos me ven… o si yo los veo… no sé como reaccionaré, pero te aseguro que no será una alegre reunión familiar, ni para ti, y menos para mi.
—Pero hay un problema. —su tono de voz es diferente. —Hablé con ellos estando en Australia y vendrán aquí pasado mañana.
—¡¡Que!!.