Me quedé en la habitación con una sensación extraña en el pecho que no me podía quitar después del extraño encuentro que tuvimos en el baño. Cuando volvió de hablar con su madre, me hice la dormida e hice lo mismo cuando se levantó a la mañana siguiente, sentí cuando se levantó, se bañó y también cuando se cambió, si, vi un trasero redondo y hermoso que dejó paralizada porque le importa un reverendo pepino andar desnudo por la habitación con la serpiente que tiene entre las piernas y que gracias a dios, no vi.
En el transcurso del día no se encuentra en la casa y mi hija tampoco así que me quedo sola, indefensa en una gigantesca mansión rodeada de víboras que esperan su oportunidad para atacarte en cualquier momento y eso es algo que no aceptaría porque claramente es lo que ellos esperan, que me quede sola y así hacer de las suyas.
Ja, no soy estúpida, he visto suficientes novelas para conocer la otra cara de gente como la familia de Abel porque es la realidad en las familias ricas.
Observo a una de las víboras desde la ventana pavonearse por el jardín junto a sus amigas quienes llegaron a la casa a tempranas horas de la mañana.
—Si salgo de la habitación, me van a atacar y si hace eso, juro por dios que la dejaré sin ese falso rubio. —mascullo entrecerrando mis ojos —¡Ay …pero como la odio.!
Esa mujer me llama caza fortunas a mis espaldas. Quisiera dejarla calva al quitarle esas extensiones de cabello pero me recuerdo que estoy aquí es por trabajo.
Por eso ayer me tomé la libertad de preparar una excelente hoja de vida, y claro que puse en ella mis años de trabajo para Abel, después de todo, él no podrá hablar mal de mi ahora que soy su “esposa”.
—Bien.
Giro sobre mis talones y me encuentro con sus ojos escudriñándome de pies a cabeza, me mira fijamente como estuviera tramando algo así que no le tomo importancia y tomo el primer bolso que encuentro.
—¿A dónde vas? — se pone frente a mi —¿Y porque te ves tan formal?
—No tengo porque darte explicaciones. —Eleva una ceja —Buscaré trabajo. ¿contento?
—Eh, eh, eh… —me toma del brazo reteniéndome —¿Trabajo? No, claro que no vas a trabajar, no lo necesitas, por ahora claro.
Mis ojos se quedan clavados en su mano aferrándose a mi brazo y se da cuenta de ello por lo que me suelta a los segundos y me dice que de ninguna forma va a permitir que yo trabajé así que me burlé en su cara porque no puede impedirlo.
—Lea, no lo intentes…
—Mira, —detengo mi andanza a pocos metros de él —No me voy a quedar en esta casa todo el día sola rodeada de este nido de víboras que solo esperan la primera oportunidad que tengan para hacer de las suyas conmigo y no soy estúpida para permitir eso, antes lo permití contigo porque necesitaba el dinero, pero ahora las cosas son diferentes y desde ese día me juré a mí misma que nadie más pasaría sobre mí nunca más.
—¿Es enserio que sigues echándome en cara lo del pasado? —dijo molesto —Que más quieres de mí, si ya me disculpé contigo.
—Si lo hiciste, pero yo nunca dije que te perdonaba.
Entreabre sus labios sorprendido de lo que dije.
Su respiración es pesada, me doy cuenta de ello, puedo ver que no le gustó lo que le dije.
—Si me perdonas me da igual, de todas formas, no voy a dejar que salgas de esta casa y busques empleo, seria denigrante que mi “esposa” trabaje para alguien más. Eso seria humillante para mi.
Así que era eso. Ladeo una sonrisa porque aún sigue siendo él mismo.
“Que pensabas tonta, que cambiaría por ti solo por un simple jugueteo s****l”.
—Ya se me hacía extraño que fuera porque te preocupabas por mi —me mira sorprendido. —En fin —no le doy tiempo de hablar —Entonces dame un empleo y que sea fuera de esta casa.
Frota la cien de su frente mirando hacia el suelo. Lo escucho murmurar lo difícil que es el matrimonio, pero le recuerdo que él solito se puso la soga al cuello con el matrimonio así que debía soportarlo quiera o no pero solo hice que me viera molesto.
—Bien, vamos.
Una sonrisa enorme iluminó mi cara, estaba emocionada porque al fin podría volver a ganarme mi propio dinero y eso me emociona porque ahora las cosas están avanzando excelente para mí, en un año tendré mi casa, pago mensual y la colegiatura de mi hija pagada hasta la universidad.
Estaba tan feliz que se me refleja en la enorme sonrisa que adorna mi cara así que le pregunté con quién me recomendaría, pero él no me responde y solo mira fijamente mis papeles.
—Hoola…
—Ya te oí. —murmura con fastidio
—¿Acaso me recomendarás con el amigo que me mencionaste antes?
—No. —murmura simpleza. —Esto no es necesario.
Abel comenzó a romper mis papeles y lanzarlos por la ventana del auto. Con la boca abierta miro como el viento se lleva mi trabajo de toda la tarde para que se viera impecable.
“No!!... me tomó toda la tarde prepararlos”
Lo fulmino con la mirada y me ignora al decirme que volveré a trabajar con él y eso me espantó.
—No. Me niego rotundamente a volver ahí.
“Voy a ser el hazme reír de todos ay no… que horror.”
—Es eso o regresar a la mansión con mi familia. Lo tomas o lo dejas.
Rechino mis dientes porque siempre quiere obligarme a hacer lo que él quiere sí o sí.
“Como soy tonta en creer que un ser despreciable como él puede hacer cosas buenas”
Me crucé de brazos y en murmullo acepto volver llamando energúmeno imbécil, pero mi mente me grita que me baje del auto y que vuelva a la mansión, encerrada en la habitación no podría correr peligro porque era mejor eso que volver y que todos se rían a mis espaldas por lo que sucedió hace un mes, si, un mes desde lo que pasó y dos semanas desde que él y yo tuvimos esa tensión s****l que me dejó con la garganta seca y una calentura infernal que me dejo con mis bragas húmedas y fue estúpido sentir eso con un tipejo como él que ama el sexo por solo diversión.
No olvido las veces que varias veces casi lo encuentro en plena acción con las hijas de algunos de sus clientes o con una que otra que deseaba saber lo que es follarselo.
—¿Qué va a pasar con tu secretaria?
—Tu trabajo es hacer lo más esencial, administrar mi agenda y revisar la administración de los pagos de los empleados cada semana, organizar reuniones y otras cosas más.
—¿Enserio?
No es algo nuevo para mí a excepción de la administración de los recibos de pagos. Pero antes yo hacía eso, administrar su agenda y las reuniones, cada detalle de todo, su comida, su café, su ropa en la tintorería porque él siempre se daba una ducha antes de salir de su oficina.
—La comida, los detalles de las reuniones, y todo el papeleo que no es confidencial lo hará la secretaria.
—No entiendo.
—Enserio tengo que explicarte el trabajo de una asistente personal.
“¿Yo, una asistente personal?”
—¿Y yo por qué?
—Digamos que no he encontrado a nadie más eficiente que tú por los momentos. Necesito a alguien que se me encargue de dictarle a la secretaria como es su trabajo y de lo que necesito, que sea meticulosa en todo.
—Reconoce que soy eficiente —sonrío de oreja porque mi mente solo memorizó lo primero que dijo —¡¡De verdad...
El auto se detiene y el sale para no seguir viendo mi cara de felicidad.
Abel me ignora, pero no me importa porque eso fue suficiente para hacerme feliz de inmediato ya que en todos los años que trabajé para él jamás me dijo que era eficiente o me felicitaba por mi trabajo, siempre me decía que era una inútil y que no sabía hacer nada bien y con lo que acaba de decir, fue suficiente para saber que nunca pensó eso de mí.
Sin evitarlo me abalancé sobre él y le di un beso en la mejilla por la emoción.
—No eres tan malo después de todo.