Emanuel. No puedo creer lo que siento cuando la observo con ese vestido frente a mí. Está realmente hermosa, mucho más de lo que imaginaba en sueños. Tiene sus manos temblorosas y respira hondo antes de mirarme con una sonrisa tímida. Tengo unas ganas terribles de abrazarla y besarla, pero eso no voy a poder hacerlo hasta el final de la ceremonia. Quiero decirle algo, pero mi amigo me mira con nerviosismo y vuelve a atraer mi atención. —¿No debería entrar ya? ¿Se habrá arrepentido? —cuestiona secándose la frente empapada de sudor. —Tranquilo, si está Merlina acá es porque Vale está a punto de entrar —lo tranquilizo. Dicho y hecho, la puerta se abre de par en par para dejar pasar a la rubia, que se encuentra más linda que nunca. Es de imaginarse, este es su día y seguramente quiere v
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