Cómo todos los días laborales, Damián llegaba muy temprano a la oficina, esta a diferencia de los otros días, su ánimo era muy bueno. Por primera vez no maldijo a su secretaria por no estar antes que él en la empresa, y entró a la oficina sin regañar a nadie. Su expresión era relajada, tenía muy buenos planes para ese día y sólo esperaba que todo saliera como lo tenía pensado. Su mente viajó hasta sus recuerdos, precisamente a ese momento en el ascensor. —¿Te gusta? —preguntó él entre jadeos sin detener sus movimientos. Ella no respondió, en su lugar apretó con fuerzas sus labios para no gemir. Su cuerpo se sentía en la gloria, y se reclamaba porque se había abstenido tanto de volver a sentir aquel placer con Damián. —Respóndeme —exigió él deteniendo sus movimientos. —Sigue, no