Roma, Italia Horas antes de viajar a Moscú Secó sus lágrimas mentalizándose que debía ser valiente y enfrentar de la mejor manera aquella situación, su hermano iba a salir de aquel estado, estaba segura. Tocó su vientre y apartó la mirada del vidrio transparente y observó el pequeño bulto que le recordaba que ahí yacía su hijo. —Mi bebé y yo te estamos esperando, Dami, quiero que estés ahí viéndolo crecer y amándolo como sé que lo harás, a pesar las múltiples travesuras que seguro te hará al final lo sacarás a pasear y a comprar un helado —levantó la mirada con los ojos aguados, posó la mano sobre el cristal viendo esa imagen que le desgarraba el corazón —Vuelve con nosotros, prometo no juzgarte y apoyarte en cada estupidez que salga de tu cabeza. Se quedó unos minutos más observán