Un poco tímida ella salió de la habitación enfundada en un vestido n***o pegado a su cuerpo, este llegaba a la mitad de sus rodillas y un blazer en color blanco. Era un tanto extraño para ella llevar aquella ropa, siempre su vestimenta eran unos jeans y camisetas, y botas o tenis en lugar de aquellos tacones que llevaba.
—Te ves mejor —mencionó él que se encontraba de pie junto a la puerta.
Bianca solamente asintió.
—Las indicaciones son las mismas, no hablar si no es necesario. Necesito a alguien silencioso y perceptivo.
—Haré lo que usted ordene, señor. Me amoldaré a las indicaciones.
Damián asintió, tomó el maletín que se encontraba en una mesa cerca de la puerta.
—Perfecto —abrió la puerta y señaló la salida —andando.
Ella sin decir nada caminó hasta el pasillo seguida de él. Fueron hasta el ascensor con los demás guardias atrás de ellos.
—¿Novedades? —le preguntó a uno de los guardas mientras miraba su móvil.
—Hemos notado ayer que alguien venía siguiéndonos a una distancia considerable por lo que no fue problema despistarlo.
Damián frunció el ceño, era claro que aquello era obra de Irina. Al parecer la rusa hablaba muy enserio cuando dijo que destruiría su empresa.
—Infórmame si vuelve a ocurrir.
—Si, señor.
El ascensor abrió sus puertas en el primer piso. Todos ellos salieron y se encaminaron al auto que ya los esperaba fuera.
—Dos de ustedes vigilen la habitación. Si notan algo anormal tomen las medidas necesarias —dijo antes de entrar al vehículo seguido de Bianca.
El auto se puso en marcha, él dejó ir su mirada por la ventana, los grandes edificios pasaban, el sol alumbrando la ciudad. Agradecía haber llegado en época de verano, el invierno no era su estación favorita. De hecho odiaba el frío.
Recordaba cuando había ido a Canadá en busca de su hermana, el clima ahí era demasiado frío para su gusto. Era por ese motivo que no solía ir a visitarla, prefería ir en fechas cálidas.
Lamentaba que ese año su familia pasaría las fechas navideñas en Canadá. Sólo esperaba que para esa fecha ya hubiese resultado todos lo problemas con esa empresa. Lo cual lo ponía a pensar mucho, si Irina estaba detrás de todo aquello sólo implicaban demasiados problemas. No deseaba meter la mafia en ese asunto, pues no era para nada conveniente.
Irina tenía todas las ventajas, una buena opción era vender la empresa pero hacer aquello para Damián era como perder ante ella. Y para él rendirse ante ella no era una opción.
—Busca un apartamento para mi —le dijo a Bianca luego de algunos minutos.
—¿En qué zona, señor?
—En el centro, Bianca —respondió él con obviedad.
Ella sólo asintió, fuera de la cama él era un hombre completamente distinto.
El auto se detuvo frente a la empresa, Damián no esperó que el chofer abriera su puerta. Le urgía llegar a su oficina y ponerse a investigar algunas cosas de Irina. Y ya sabía a quien preguntarle para saber lo esencial.
No se molestó en esperar a Bianca y se adentró al edificio, fue directamente al ascensor y marcó el último piso. Antes que las puertas se cerraran divisó a Bianca entrar a la empresa, su rostro no decía nada, siempre tan frío y simple para su gusto. Era verdad que le gustaba como amante, pero fuera de la cama le parecía la mujer más aburrida, no le daba ni una pizca de interés en conocer más de ella.
Tal vez era algo grosero de su parte, pero tampoco deseaba que se llenara de ilusiones en que él podría llegar a tener algo más que sexo con ella. Tal y como había sucedido con Jazmín, la pelirroja amiga de su hermana.
La chica le gustaba demasiado, y al verla tan desanimada se fue acercando a ella, descubrió que era demasiada buena para él y que no merecía que él la siguiera haciendo sufrir. Por eso no la detuvo cuando ella le dijo que no podía seguir acostándose con él, que no deseaba sufrir lo mismo que con su ex pareja.
No le discutió nada, recordaba sólo haber asentido conforme con su decisión. Después de aquello, como personas maduras que eran, siguieron hablando como amigos.
—Bienvenido, señor D' angelo —dijo la recepcionista de su piso en cuanto él puso un pie fuera del ascensor.
—Prepara una oficina para mi nueva asistente, Bianca Rinaldi —ordenó hablando en un perfecto ruso.
—Enseguida, señor.
Camino hasta su oficina, una pila de papeles lo aguardaba. Esperaba poder encontrar los errores uno a uno, el día anterior no había tenido mucha suerte en ello.
Se sentó en la silla y observó la hora en el reloj, era una buena hora para llamar a su cuñado. Tomó su móvil y marchó su número.
—Dannato —maldijo en italiano a Andrew cuando no contestó su llamada.
Hizo otro intento, le importaba una mierda interrumpir lo que sea que estuviera haciendo, pues dudaba mucho que estuviese durmiendo.
—¿Qué quieres, Cipriani? —respondió él de mala gana.
—Sino fuera necesario ni mierda te hablaría —respondió Damián del mismo modo.
—Tú sólo hablas para amenazarme y no tengo tiempo ya para esas cosas.
—Dime lo que sabes de Irina —dijo ignorando lo que él había dicho.
—¿Irina Korsakova? Que es una maldita mujer que siempre consigue lo que quiere. Tiende a jugar sucio y es una puta loca. ¿Por qué quieres saber de ella?
—Estoy en Rusia, y ella se a presentado en mi oficina amenazando que si no me voy dejará en la completa ruina esta empresa.
—¿Estas en Rusia? Estás perdido, ese es su territorio y ella lo conoce como la palma de su mano. Nada se mueve ahí sin que ella no lo sepa. Escucha Damián, si ella te dijo eso no descansará hasta lograrlo y como ya te lo dije antes, su manera de jugar es sucia.
—No me iré de aquí hasta no volver a poner en pie mi empresa, sólo quiero tomar precauciones y estar un paso adelante que ella.
—Lo mejor sería que vendieras la empresa y te marcharas de ahí, pero conociéndote sé que no lo harás. Actúa con cuidado, si tienes hombres contigo infíltralos de manera que no levante sospechas para no delatarte que perteneces a la mafia.
—Dudo mucho que pueda averiguar qué pertenezco a la mafia, para ella sólo soy un CEO más. La única forma de saberlo es por medio de Aleksandra.
—Ella no hablará, su relación con Irina es malísima pues piensa que ella robó su puesto en la mafia. Lo único es que si te ve tratará de chantajearte para que hagas lo que desea.
—¿Qué hay de Dimitri?
Escuchó al fondo del otro lado de la línea algunos disparos y maldiciones.
—El no es una amenaza para ti, odia a Irina porque su padre antes de morir la proclamó como heredera de todo su imperio sacándolo a él de su puesto. Su odio es tan grande que podría aliarse contigo para tratar de destruirla.
—Puedo con ella —dijo él con suma seguridad. Andrew no pudo evitar cuando le escuchó.
—Solo no caigas en sus encantos, esa belleza solo es superficial. Irina está podrida por dentro —hizo una pausa —Te cuelgo, estoy muy ocupado.
Tras decir aquello cortó la llamada.
—Como si me dejara manipular por alguna mujer que no sea mi hermana —rió él poniéndose a trabajar.