Al escuchar la orden de su jefe, los italianos obedecieron de inmediato convirtiendo el bar en un total desastre en cuestión de segundos, los hombres rusos respondieron al ataque pero sus posibilidades de ganar eran mínimas al estar rodeados de los mejores gánster de la mafia italiana. Damián sonrió sádicamente al hombre dueño del bar, lo tomó fuertemente del cuello y se aseguró de desarmarlo. —Ahora verás lo que es meterse con la mafia italiana —le dijo mirándolo a los ojos, el hombre se sintió un insecto al ver aquella mirada tan vacía y a la vez tan llena de maldad. —Maldito —logró articular cuando la presión que Damián estaba ejerciendo en el cuello se hacía más fuerte. —Te haré una última pregunta —puso el arma en su sentido, disfrutaba ver el terror en los ojos de aquel hombre