Copa de champagne en mi mano, exquisitas fresas bañadas en chocolate, traídas a escondida de la cocina, y su mirada gris sobre mi mirándome con una enorme sonrisa en su rostro. Que combinación tan perfecta. Pienso y sonrió. —¿No crees que tú y yo deberíamos irnos a dormir? Me pregunta y ríe. Miro el reloj; dos de la mañana. —No, no lo creo. Digo y dejo la copa de champagne sobre la mesita de noche. —Tu eres la jefa. Puedes faltar cuando tú quieras... Le digo sutilmente y levanto la sabana que nos cubre. Tomo su copa e inclino mi cuerpo para dejarla sobre la mesita de noche que esta de su lado de la cama. Ella ríe ante mi acción y muerde su labio volviéndome absolutamente loco. —Esta noche quiero perderme en ti hasta el amanecer. Quiero besarte hasta que mis labios me griten que me deteng