Capítulo V Algo malo La familia llevaba uno o dos meses en Venecia cuando el señor Dorrit, que se codeaba constantemente con condes y marqueses y tenía poco tiempo libre, se reservó una hora y un día para mantener una conversación con la señora General. Llegada la ocasión así prefijada, envió al señor Tinkler, su ayuda de cámara, a las habitaciones de la señora General (en las que habría cabido un tercio de la superficie de Marshalsea) para presentar sus respetos a la dama y expresarle sus deseos de verla. Como era el momento de la mañana en que los diferentes miembros de la familia tomaban café en sus habitaciones, un par de horas antes de que se reunieran a desayunar en un deslucido salón, en otros tiempos suntuoso pero dominado ahora por los vapores acuosos y una inalterable melancol