Notas [1] Dickens se refiere en este párrafo a distintos acontecimientos recientes para justificar la verosimilitud de su punzante sátira de la burocracia, la situación política y la especulación financiera de la Inglaterra de su tiempo. En 1855 el Tribunal Militar de Chelsea abrió una investigación, inducida por el reportaje de un corresponsal de guerra, sobre la situación de los soldados británicos en Crimea, indefensos ante la incompetencia y los errores de sus generales, que condujo a la caída del gobierno. Más adelante, Dickens alude a otros escándalos: las acusaciones de fraude y soborno que acabaron con la carrera de George Hudson, «el rey del ferrocarril», en 1849; la quiebra fraudulenta en 1856 del banco Tipperary, con sedes en Dublín y Londres, cuyo director, el parlamentario y
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