Capítulo 4

1758 Palabras
—  ¿Sucedió algo? –miro a la llorosa rubia a través del espejo y su mirada ni se inmuta —  Puedes creer que me dejaron plantada –se voltea y su brillosa mirada sube a mis ojos y siento tanto coraje por ese tipo Es la segunda vez que veo esa mirada tan triste en los ojos de la superficial y vanidosa rubia, una que de lejos denota un sentimiento y no un simple capricho como suelen ser sus relaciones. No después de su terrible experiencia con Donny, el apuesto joven que logró desestabilizar su mundo y después la dejó por alguien que no le llegaba ni a los talones. En mi humilde opinión es el momento en que te joden y ahora te toca joder a ti, como lo hace Meli con cada chico que conoce. —   A la Melissa Rocha que conozco esto no le afectaría –le digo sacándole una ligera sonrisa —  Estoy perdiendo mis encantos –suspira limpiando una lágrima- —  Claro que no, sigues siendo tan deslumbrante y hermosa como siempre –la consuelo- ese tipo no sabe lo que se pierde y se arrepentirá —  No lo dudes, se tiene que arrepentir –esa mirada me asusta, la determinación de sus palabras me aterra Retoca su maquillaje como si nada hubiese pasado, “Orgullo ante todo” camina con tanta sensualidad que mas de uno queda boquiabierto apreciando los atributos de mi sexy amiga. Atrevida y dispuesta a matar, coquetea con el barman recibiendo dos bebidas de inmediato. Con algunos tragos encima, una sonrisa idiota y todo girando a mi alrededor, observo la ardiente provocación de Meli con los chicos a nuestro lado. Unos que ni conocemos, pero están muy guapos y en el mismo estado que nosotras. —  Abi, Meli es momento de ir a casa –dice Jared, ¿Quién diablos se cree este chico? —  No seas un aburrido Jared –se voltea Meli evitando una respuesta de mi parte- ¡Vamos a divertirnos! –grita la rubia con dos shots en las manos- ¡¡UHUUUUU!!! —  ¡shot! ¡shot! ¡shot! –gritan los guapos chicos Acepto el trago y a la cuenta de tres nos la tomamos, sintiendo arder todo en mi interior. Ponen dos shots más y el barman señala hacia arriba. Ambas levantamos la mirada y lo veo. Veo al mismo hombre con el que tropecé. * - Mark - —  ¿No llenaron tus expectativas? –pregunta Miguel al notar mi mirada impertérrita e inexpresiva al despedir a las dos mujeres acompañándonos- has tomado lo suficiente para confundirme con una despampanante rubia y sin embargo sigues rechazando a todas y cada una de las mujeres intentando algo contigo –exhala un profundo suspiro y se pone de pie, caminando tranquilamente hasta el pequeño balcón– tus acciones no tienen concordancia con tus decisiones —  Ni una sola de ellas vale la pena –contesto de inmediato A mis treinta y dos años, me he comido un mundo entero antes de comprometerme, he vivido de todo y he disfrutado de tantas mujeres como mi cuerpo exigía. —  ¿Las comparas con Dalila? –me mira solo unos segundos y continúa apreciando algo o alguien —  Esas mujeres no me atraen –resuelvo, caminando con tanta soberbia como mi cuerpo expresa– no despiertan nada en mí –me detengo a su lado y ese punto rojo definitivamente llama la atención. Una sexy rubia tal como a él le gustan, irradiando una sensualidad natural en su despampanante cuerpo; y a su lado está la joven del vestido verde. —  ¿Por qué no? –susurro para mí, pero Miguel me ha escuchado —  ¿A la de verde? –afirma sin apartar la mirada– tus preferencias han cambiado radicalmente amigo –chasquea los dientes y se aleja. Debo estar loco para intentar algo con esa muchacha, la frustración y el alcohol toman control ante la necesidad de comprobar que no necesito a Dalila en mi vida. —  Listo –confirma con entusiasmo. Unos fuertes gritos nos hacen regresar la mirada y ahí están ellas, mirándonos con toda la atención posible. La intensidad de su azul mirada se posa en mi penetrante mirada sin un pestañeo. Tan desafiante, inquietante y peligrosa, que solo cuando es jalada por el brazo de la rubia aquella conexión se rompe. La puerta de nuestra sala se abre y la veo, tan linda con una sonrisa tonta desprovista de aquella timidez por el alcohol. Me atrae y ésta noche, debo probar de sus tentadores labios y mucho más. * -Abi – Sonrío como idiota, mi mente no funciona con claridad ni rapidez y mis movimientos son más torpes que de costumbre. La rubia le dice una mentira a Jared y me jala hacia las escaleras. Nos dejan pasar sin problemas indicándonos el número de la sala, subimos con torpeza total pero las expectativas son lo mejor. Dos toques y la puerta se abre; lo único en lo que me puedo concentrar es él y su seductor porte, el mentón erguido y una de sus manos en el bolsillo del pantalón. Me siento a morir por primera vez, todo fuera de control y a full de emociones desbordándose por mi cuerpo. Meli se acopla con facilidad a la invitación del rubio ignorando mi delgada y frágil burbuja de felicidad, expectativa y osadía. El pelinegro camina sin perder la elegancia, engatusándome con sus ojos, con esa tenue sonrisa surcando por sus labios, con aquellos pectorales tan bien formados en esa camisa y sus fuertes brazos. Siento el fuerte golpe en mi estómago y reacciono. —  Nos encantaría –acepta Meli —  No se diga más, ustedes mandan –Miguel toma la mano de la rubia y la lleva hasta el sofá El pelinegro me hace pasar sin despegar sus ojos de mí –Gracias –trago cada dos segundos y avanzo solo unos pasos. —  Mark –susurra en mi oído con una voz provocadora y su mano se posa en mi cintura con cierta presión- mi nombre es Mark, Abi –y se aleja —  Brindemos por nuestra fortuna –propone Miguel hacia Mark- al encontrarnos con estas hermosas mujeres –levanta su copa y todos lo imitamos Unos minutos después me encontraba riendo como lunática de los chistes de Miguel, ya nada importaba si todo a mi alrededor giraba mente… no espera… ¿Cómo era? —  ¡Bailemos! –Meli toma las manos de Miguel y bailan sin pudor alguno frente a nosotros, comenzando en un apasionado beso entre ellos. Mark sonríe y yo correspondo sintiéndome deseada, cegada. A punto de explotar de euforia. Toma mi mano y me lleva a la otra parte de la sala, se sienta sobre el sillón sin soltar mis manos, sin hacer presión en mí… muerdo mi labio deseando probar de los suyos. Con total osadía me siento de lado sobre sus piernas sin importarme como mi vestido se sube entre mis muslos, sube de mis manos hasta sus hombros y yo los enlazo sobre su nuca coqueteándole mientras acaricio de su sedoso cabello contrastando en el color de mis manos. Las fosforescentes luces iluminan su rostro entre tanta oscuridad, alertándome del peligro que corro en sus grandes manos. Mi corazón late desaforadamente al tenerlo tan cerca, al prever sus intenciones y las mías... de no detenerlo. Él me sonríe y sus manos siguen el recorrido de mis brazos, mis costillas bajo mi busto, mi cintura y mi muslo hasta el ras de mi vestido. Una de sus manos sube por mi espalda como descarga eléctrica provocando un ligero gemido de mis labios. ¡Es una bendita fantasía! Tomando ese gemido como una aceptación, su boca se apodera de la mía con un desenfreno, pasión y necesidad única, a la que a mis labios no parece costarle corresponder. Mis manos se aferraban a su cuello intentando suprimir esos indecorosos sonidos por la calentura de mi cuerpo, llevándome a pegarme aún más a él, a sentir su erección en sus pantalones, a sentir la fricción de mis pechos rosando su cuerpo y ansiar sus grandes y varoniles manos tocarme por completo. Sus manos levantan un poco la basta de mi vestido metiéndolas entre mis piernas, dando paso a un suave roce con mi ropa interior completamente húmedo. —  M- Mark –susurro porque ha dejado mi boca con ansias de más. Sus labios rozan mi mejilla hasta tomar el lóbulo de mi oreja y no puedo detener el movimiento de mi cuerpo a su toque, tan sugerente ante mi necesidad de continuar y afrontar las consecuencias mañana. Todo marcha tan bien… ¿Es a él a quién esperaba? ¿En un sofá de discoteca? Me acuesta sobre el sofá, devora mis labios posicionándose entre mis piernas con facilidad. —  E-Espera –jadeo. Contradiciendo la presión de mis piernas incitándolo a follarme con ropa. Mi mano se posa sobre la piel de su pecho y ¡maldita sea! es tan firme como lo pensé. —  No podré esperar más –su voz ronca me convence tal como sus labios sobre mi cuello obnubilan mi mente embotada de alcohol y hormonas sexuales. Y sus manos acarician mi trasero con insistencia Su estabilidad se basa en la fuerza de su brazo que delinea su musculatura en sus anchos hombros, y me atrevo a acariciarlos, a sentirlos a palparlos con atrevimiento a través de la fina tela. —  Mark –gimo su nombre porque al parecer la cordura está regresando y de la peor manera. Mis piernas detienen el empuje y mi cuerpo pierde control ante la tenue pizca de lucidez de mi cordura. Sus insistentes caricias y esos besos devastadores continúan por lo que ejerzo una fuerza que no pensé tener y doy un fuerte golpe dejándolo caer al piso. Reparo en lo que hice con una cara horrorizada y me siento de golpe. —  No debí… L-lo siento – Mis manos se posan en mis labios viendo como él está justo a mis pies intentando levantarse, unas arcadas llegan de la nada y sin control alguno todo lo bebido aquella noche es expulsado por mi boca. ¡Oh Diablos! —  ¡Por un carajo! –escucho el fuerte grito a través de la música y me aterro de mis errores.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR