-Mark-
Nadie me ha ofendido tanto como esa mocosa y ahora estoy furioso, frustrado y desquiciado. “Abi” te ganaste el premio gordo completamente gratis, has logrado que pierda por completo el enfoque hacia quien va dirigida mi venganza realmente; y ahora eres mi punto de atención, el centro de mi furia.
— ¡EY! Esa camisa es perfecta para ti, combina con tu tono de piel –se burla Miguel
— Ja ja ja que gracioso –resoplo con sarcasmo, caminando lo más rápido posible con esta huachafa camisa– salgamos de aquí, no quiero ser visto luciendo así
— Ni oliendo, ni vistiendo y mucho menos con esa cara de…–me detengo y volteo para amenazarlo con la mirada. Miguel rueda los ojos por mi pésimo humor sin perder su actitud divertida.
— Sé lo que te molesta mucho más que estar vestido así –yergue su mentón con soberbia brotando una ligera sonrisa de lado y estoy seguro que terminaré matando a Miguel
— Atrévete a decirlo y eres hombre muerto –amenazo apretando los dientes
— ¡Hombre! ¡He dado en el clavo! –exclama con entusiasmo desgastando mi poca paciencia en el lugar menos indicado
— ¡No es divertido! –grito y retomo mi camino saliendo por el estacionamiento
— ¡Claro que lo es! –se ríe con burla caminando tras de mí– Tienes dos cabezas a punto de explotar hermano y… no podría asegurar cuál de ellas es la mejor en tomar decisiones ahora…
— Eres detestable ¿Ya te lo he dicho? –empleo mi tono sarcástico para preguntar
— No pierdes la oportunidad de hacerlo–agrega rápidamente con descaro–
Quito la alarma de mi auto y abro la puerta, sentándome de inmediato a calentar motores, los cuales rechinan a causa de mi mal humor y tratando de callar las palabras del rubio tocando el vidrio de mi ventana. Exhalo profundamente y bajo el vidrio sin mirarlo
— Confiésate y aclárame algo Mark ¿te molesta más el no habértela tirado porque esa muchacha te atrae?
— Me molesta tu desfachatez y estúpida imaginación –contesto mirando fijamente a sus ojos y presionando una vez más el acelerador
— Nos vemos mañana –Miguel separa sus manos de mi ventana y las levanta, rindiéndose.
Piso el acelerado y salgo de ahí echando humo, por mí, por Miguel y por aquella estúpida mocosa.
— Te encontraré pequeña “Abi” y te juro que me pagarás esta humillación –mis ojos se achinan y mi arrogante actitud toma control.
***
-Abi-
— Te luciste esta noche –se burla Meli a carcajadas– ¿viste la cara de ese tipo? Estaba a punto de matarte con la mirada –escupiéndome por su burlona sonrisa
Y yo sigo mirando fijamente el respaldar del asiento del auto de André, repasando una y mil veces el peor bochorno de mi vida. Hubiese deseado perder el conocimiento después de semejante espectáculo, pero no, mi cerebro se despejó por completo y me siento completa y absolutamente avergonzada como para no salir de casa el resto de mi vida.
— No te preocupes Abi, estas cosas suelen pasar y al día siguiente lo olvidas –agrega André echando más sal a la herida– pero ese sujeto jamás podrá olvidarlo –y ahora los dos ríen a carcajadas a costa de mis desgracias
El auto se estaciona en la puerta de mi casa y no tengo ánimos ni de mover un solo músculo, solo quiero borrar esta noche. Golpeo mi cabeza con el respaldar y mi cabello cubre mi rostro
¡Oh maldición! Apesto… y ese hombre debe estar odiándome, he sido una idiota. Lloro en mi interior y mi cabeza sigue dándose golpes.
— Baja de una vez ¡Anda! Iremos a mi casa –suelta Meli extendiendo su mano
La tomo sin ganas y bajo del vehículo– Vamos Abi –insiste con un puchero– ya cambia esa cara o te animaré de la misma forma como tú lo hiciste –amenaza y mi cuerpo se estremece al pensar en tomar más alcohol en mi vida. No tomaré nunca más.
— ¡Ey! ¡Tarado! Toma –Melissa lanza las llaves de su casa y André las atrapa con habilidad. Abre la puerta y entra con total osadía dejándonos a solas caminando por el césped.
Arrastro mis pasos con el brazo de la rubia sobre mis hombros– Confiésame algo –susurra y estúpidamente la miro – tú y ese tipo ¿Lo hicieron?
Mis mejillas se tiñen de rojo y el arrepentimiento vuelve con más intensidad, niego con mi cabeza y Meli con la expresión de horror en su rostro está a punto de matarme.
— ¿Cómo? ¿Estás loca? Dejaste ir la mejor oportunidad de tu vida Abi –sus ojos están muy abiertos y su cabeza niega una y otra vez– y también cometiste el peor error, dejaste al tipo pudriéndose de ganas, golpeado y humillado completamente.
Posa su brazo nuevamente sobre mis hombros caminando a mi lado– Ese tipo debe estar en su baño con tu cara en su cabeza quitando de su cuerpo toda tensión de la noche, y dudo una sea suficiente –la rubia sonríe con burla y yo la miro horrorizada por lo que acaba de dar a entender
— ¡Esa es mi chica! –exclama– eres el rostro de la venida de sus futuros descendientes, dos o tres o quizá cuatro generaciones al agua por tu culpa –suelta Meli divertidísima
— Por lo menos una de nosotras ya está mejor –resoplo
— Ahhh pero eso acaba ¡yaa!
Meli abre la puerta de su casa y me deja pasar- Mis padres no regresaran a casa, puedes pasar la noche aquí –y André ya tiene preparado los tragos sobre la mesita de la sala.
— La especialidad de la casa –suelta André con entusiasmo
— Lo único que pienso tomar esta noche es una ducha –niego con mi cabeza
— Sí que la necesitas y bien fría –la rubia bebe de su trago y se sienta en el sofá lanzándome un guiño
— Vamos Abi, cualquiera moriría por estar en tu lugar y probar de mis exquisitos tragos –se queja el castaño
— Yo no soy cualquiera “y” –hago énfasis señalando mi ropa- en serio necesito un baño, este olor no se me quitará con nada
Subo hasta la habitación de Meli y saco una muda de ropa del cajón, una que dejo para noches como ésta. Quito mi vestido y veo mi cansado y abatido reflejo en el espejo. Un camión pasó sobre mí, uno llamado Mark y de no haber cometido ese error me volvería a tirar para ser arrollada por él.
Acaricio mis labios recordando la textura de los suyos, el sabor y rapidez de su lengua para jugar en mi boca; y como sus besos me llevaron al cielo. Trago fuerte porque nunca más tendré la oportunidad de probarlos otra vez.
Una larga y fría ducha fue necesaria para borrar esos pensamientos de mi cabeza, usando un corto short y un polo blanco bajo las escaleras en busca de mis mejores amigos.
— ¿Meli? –mi tono es fuerte para no encontrarme una escena obscena de ellos en la sala.
No hay rastros de ellos, solo se escucha un ligero cuchicheo proveniente de la cocina. A medida que me acerco las palabras se hacen más claras, permitiéndome escuchar una parte de ella sin querer.
— No seas idiota –advierte la molesta rubia
— No lo soy y lo sabes –la confronta– solo buscas tu beneficio y no te importa nada ni nadie más
— Entonces díselo ¡anda! –lo reta- dudo que te vuelva a dirigir palabra alguna.
— ¿Qué pasa entre ustedes? –pregunto interrumpiendo la discusión.
La mirada preocupada de ambos se posa en mí, como si hubiese escuchado algo indebido– Si me siguen mirando de esa forma asumiré que hablaban de mí.
***
-Mark-
El investigador privado me aseguró encontrar todo acerca de esa mocosa que no sale de mi cabeza ni por un segundo. Nadie juega de esa forma conmigo, dejándome tan malditamente empalmado y con ganas de cogérmela de todas las formas.
Fue una larga noche… Todo gracias a la dolorosa erección en mis pantalones que sacié con su imagen en mi cabeza y mis manos en mi bulto, agitándolo una y otra vez imaginando la candidez de su mirada arrasando mi cordura, a sus exquisitos labios gimiendo mi nombre con gozo, excitación y erotismo… y me fascina, aunque no quiera reconocerlo.
Me aflojo un poco la corbata porque de solo recordar los acontecimientos de anoche me enciendo como un precoz hasta humedecer mi bóxer. Y no tengo tiempo para jueguitos.
— Mark –llama Miguel entrando a mi oficina– no deberías estar en casa de tus padres listo para la dichosa “cena” –hace comillas con sus manos
— Tengo tiempo aún, son siete en punto –miro el reloj de mi celular-
— Te recomiendo llegar antes –Miguel camina observando todo a su alrededor como si no lo conociera perfectamente mientras me mira de soslayo-
— Dime lo que sabes, dilo –ordeno impaciente
— Ya que insistes –se encoge de hombros y me mira desde la distancia de su detención- tu prometida acaba de llegar a casa de tus padres y con muchos reporteros para cubrir el compromiso del año a detalle
— Evento del año –susurro- quiere un espectáculo… se lo daré como ella lo merece, a lo grande –una sonrisa de lado surge y Miguel solo me mira