—Vaya, pensé que era un almuerzo más exclusivo —espetó entre dientes manteniendo una expresión de serenidad. Una serenidad que no siento en este momento. Confundido ante mis palabras, Raphael voltea y ve a Portia; su expresión no cambia ni un milímetro. Regresa su mirada a mí mientras la mujer se acerca con una petulante sonrisa. —Raphael, Keira —pronuncia mi nombre con desagrado, arqueó la ceja viéndola con atención, pero ignora expresión. —¿No sabía que vendrías? —comenta Raphael, en tono serio, viéndola con atención. —Tu madre fue muy amable. Nos reencontramos en la cena de la otra noche y fue muy dulce al invitarme a su comida. Ella sabe que tú, Declan y yo somos un equipo de trabajo muy unido. —Hace hincapié en la última palabra. —Le daré un sorbo a mi trago cada vez que escuche