4.- Problemas

2061 Palabras
Emocionada de empezar con las actualizaciones diarias por todo el mes de Noviembre. Aunque obviamente estoy usando referencias de la vida real, no olviden que todo es ficción. Esta historia es exclusiva de Dreame y Sueñovela, por lo que puede ponerse de paga en cualquier momento. Mil gracias por su paciencia y comenzamos… ************* El nombre del acusado me parece familiar. Sigo leyendo el informe y me doy cuenta que es un juez muy reconocido que ahora reside en Tampa. Si el caso del cantante de pop, ha sido todo una odisea, y eso que solo asesoré como abogada adjunta, no quiero imaginarme lo que va a pasar con un caso en contra de un juez. Tomo la carpeta y salgo de la oficina, estoy por subirme al elevador cuando Demaryius se acerca. —Solo voy a la oficina de mi padre, está en el quinto piso —le explico. —Mis órdenes son: no apartarme de usted en ningún momento —informa con seriedad. Me encojo de hombros resignada. Subimos al piso en el que está la oficina de mi padre y bajamos del elevador. —Señorita Chloe —me saluda su secretaria. —Hola, Minerva, ¿mi padre está ocupado? —pregunto. —No, puede pasar —responde. —Creo que aquí con mi padre, no estoy en peligro ¿o si? —cuestiono a Demaryius. —La espero aquí —contesta. Camino a la oficina y doy unos golpes en la puerta. —Adelante —responde mi padre. —Hola, papá —lo saludo y me acerco a darle un beso. Mi padre es un hombre de 62 años, pero está muy conservado, hace ejercicio y es muy atractivo. Yo soy parecida a él, los dos rubios con ojos verdes y la piel un poco pálida. Mi madre tiene 60 años, ella es de piel almendrada con cabello castaño, ojos azules, es una mujer guapísima y se mantiene en una forma que le envidio, perfectamente podría pasar por mi hermana. —¿Pasó algo con tu guardaespaldas? —me interroga preocupado mirando hacia la puerta. —No, papá, todo está bien con él —lo tranquilizo—. Vengo porque acabo de recibir un caso y me gustaría que le echaras un vistazo —le paso la carpeta para que vea de qué se trata. —¿El juez Harb? —cuestiona y se acomoda los lentes con preocupación. —La acusación es grave —advierto—. Abusó sexualmente de su secretaria. —¿Crees qué se pueda probar? —pregunta mi padre. —Todo parece indicar que sí, pero tengo que revisar más a fondo las declaraciones de ella, pruebas y los argumentos que tiene. —Bueno hija, qué te puedo decir, estarás en una situación difícil —asevera. —Precisamente las que me gustan —respondo orgullosa—. Sabes que soy buena con los retos, hace mucho que no me asignaban en un caso importante. —Lo sé y tienes mi apoyo en lo que necesites, pero tengo que advertirte que este hombre, es un viejo duro de roer. —Gracias papá, te aseguro que si es culpable, pagará por su delito —tomo la carpeta y me pongo de pie. —Me parece muy bien, confío en ti —asegura—. Pero no olvides que nadie es culpable hasta que tengas suficientes pruebas para acusarlo. —Así será, papá, no me adelantaré a los hechos. —Y entonces ¿todo bien con tu guardaespaldas? —vuelve a preguntar. —Sí, todo bien ¿por qué la insistencia? —indago. —Estás tan acostumbrada a tu libertad, que temía que tuvieran problemas. —No, aunque no te voy a negar que no estoy del todo cómoda con alguien detrás de mí todo el tiempo. Mi padre niega con la cabeza. —Bon dice que los dos hermanos son excelentes. —¿Hermanos? —pregunto confundida. —Sí, Theo y Scott Demaryius. Mi cara debe ser un poema porque mi padre sonríe. —¿Qué te asombra tanto? —cuestiona. —No lo sé, no se parecen. —Bueno, mientras hagan su trabajo bien, no importa si se parecen o no —comenta mi padre. —Cierto. —¿Has tomado algún otro caso de la ONG a la sirves ocasionalmente? —cuestiona. —Por ahora solo el de la esposa del cantante, sabes que lo acepté porque ella realmente no tenía posibilidades de ganar si no la ayudaba, ningún abogado quiso tomar su caso, y el de la ONG tenía las de perder si se hubiera enfrentado solo al juicio —explico. —Lo sé hija, y aunque no lo creas, me alegra que te des un poco de tiempo para ayudar, mientras eso no interfiera con tu trabajo como fiscal y por favor, no tomes más casos peligrosos. —No te preocupes, espero que esto se solucione cuanto antes, además tengo muy pocos casos pendientes, pero son solo de asesoría y puedo delegarlos a otros abogados competentes en caso de ser necesario. —Sería mejor que por el momento no te comprometas, el caso del juez será complicado —sugiere—. Tienes que hacer una investigación a fondo. —Tienes razón —respondo—. Bueno, te dejo, tengo que regresar a trabajar —me despido. Salgo de la oficina y me voy directo al elevador. Demaryius me sigue y bajamos al tercer piso en el que está mi oficina. —Chloe, tienes a alguien esperando en tu oficina —me informa Jen preocupado al bajarme del elevador. Demaryius de inmediato se pone frente a mí y mete su mano debajo del saco. —¿Quién es? —le pregunto a Jen sin entender la reacción exagerada de Demaryius. —Soy yo —anuncia el representante del cantante que está en la cárcel, está de pie en la puerta de mi oficina—. ¿Podemos hablar? Demaryius me mira. —Puede hacerlo, pero yo estaré a su lado. Asiento y entramos a la oficina, me siento detrás de mi escritorio y Demaryius se queda de pie a mi lado; es incómodo, pero extrañamente me hace sentir segura. —Siento lo que pasó después del juicio —se disculpa mirando a Demaryius—. No fue mi intención amenazarla, estaba ofuscado y dije cosas que no debía. —¿Tampoco lo de mi coche fue su intención? —cuestiono molesta. —No sé a qué se refiere —responde fingiendo no saber de qué hablo. —¿De qué quiere hablar conmigo? —le pregunto sin rodeos. —Como usted sabe, mi cliente tiene muchos compromisos de trabajo —explica poniéndose cómodo en el asiento—. El juez fue un poco severo con su resolución. Tuerzo la boca con molestia. —¿Severo? —cuestiono. —Claro, tres años de cárcel es demasiado por una pequeña pelea de novios —se burla. —Esa pequeña pelea de novios, como usted la llama —respondo intentando tomar un poco de aire para calmarme—. Tuvo a una mujer a punto de perder la vista y con varios golpes que pusieron su vida en peligro. —Siguen siendo peleas de novios, o dígame ¿usted nunca se ha peleado con su pareja? —pregunta mientras mira a Demaryius que cada vez endurece más la mandíbula. —Mi vida privada no tiene nada que ver con usted, pero le aseguro, que el día, que un hombre me ponga una mano encima, no se olvidará de mi nombre por mucho tiempo, sobre todo cuando esté en la cárcel pagando por ello. —¿Cuánto quiere? —interroga. —Así que vamos a hablar claro —respondo con una sonrisa torcida. —Es lo mejor —dice y abre su maletín para sacar su chequera—. No hay nada que el dinero no pueda solucionar y yo estoy seguro que podemos llegar a un buen acuerdo, si tan solo nos pusieran una fianza, todo sería más fácil. Ahora entiendo porque la chica tuvo que pedir ayuda en la ONG, estoy segura que todos los abogados aceptaban dinero para no representarla. —Perfecto, quiero que me de… —me quedo en silencio como si estuviera pensando—. ¡El gusto de no volver a verlo y quiero que se largue ahora mismo, no vuelva a molestarme o me veré en la necesidad de poner una denuncia por acoso e intento de soborno! Se pone de pie molesto y le da un golpe al escritorio con las dos manos. —¡Esto no se va a quedar así! —grita furioso. Demaryius de inmediato se acerca y lo toma del brazo para sacarlo de mi oficina a empujones. —No tienes idea de lo influyente que es mi cliente, no quisiste arreglarlo por las buenas y esto tendrá consecuencias, no debiste intervenir en este caso, tu puesto como fiscal se verá afectado, ya lo verás —sigue gritando mientras Demaryius lo lleva al elevador. Apenas se van y Jen entra de inmediato. —¿Estás bien? —me pregunta. —¡Estoy furiosa! —exclamo y me pongo de pie para dar vueltas por la oficina—. Ese tipo es un desgraciado, al igual que su famoso artista, creen que por tener dinero pueden arreglar todo. —Lo sé, así pasa. —¡Me quería comprar! —grito sin poder controlarme. —Chloe, siéntate y relájate un poco —intenta calmarme Jen y me toma de los hombros para que lo mire—. Voy a traer otro té, necesitas tranquilizarte. Sale de la oficina y me dejo caer en la silla. Desde que recibí mi cargo como fiscal, no me había enfrentado a casos complicados, y aunque en un principio, cuando la ONG me envió el caso del cantante para asesoría, dudé un poco antes de intervenir directamente con su abogado. Me entrevisté con la esposa y me di cuenta que si no lo hacía, él quedaría en libertad y ella podría perder la vida en algún momento, como ha pasado en otros casos que no han tenido una buena representación, pero están muy equivocados si creen que dejaré esto en manos de alguien que puedan comprar. Demaryius regresa y entra a la oficina. —Prohibí la entrada de ese tipo al edificio —me informa. —Está bien, es lo mejor. —Sé que para usted es difícil tener a una persona a su lado la mayor parte del tiempo —mueve la cabeza un poco incómodo—. Pero como podemos ver, las amenazas de ese tipo son reales, por esa razón, me gustaría que confiara más en nosotros para su seguridad, aunque en algunas ocasiones le parezca un poco molesta nuestra presencia. Me ruborizo al instante, parece que estuvo escuchando mis pensamientos durante el fin de semana. —Puede hacer sus cosas sin estar al pendiente de nosotros, le aseguro que no vamos a interferir en su rutina —explica. Asiento sin decir nada. —Por ahora, es preferible que nos mantengamos cerca de usted, en su casa es más fácil, pero aquí, estaremos siempre a su lado, es lo mejor. —Está bien —contesto. Jen regresa y me trae un café. —¿Y eso? —le pregunto al ver la taza. —Te lo mereces, el día empezó complicado —responde sonriendo—. No creo que afecte más tu carácter, sería imposible que te pusieras peor. Achino los ojos mirándolo molesta y sonríe. —Al menos por ahora, puedes darte un pequeño gusto —dice Jen saliendo de la oficina. Le doy un sorbo al café y suspiro, después de unos minutos vuelvo a centrar mi atención en el caso que tengo pendiente. —Demaryius, puede sentarse, no tiene porque estar de pie todo el día —le sugiero al verlo de pie cerca de la puerta. —Puede llamarme Theo, señorita —me pide. Se acomoda en el sillón frente a mí y no puedo evitar mirarlo. Es un hombre atractivo e imponente, aunque no tiene un cuerpo exagerado puedo notar que entrena, me sorprendió la manera en que sacó al tipo de la oficina, parece que ni siquiera se esforzó y lo llevó casi arrastrando. El resto del día transcurre sin más inconvenientes y por suerte no tengo que salir de la oficina.
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