Destruido Corazón

—¿Qué creíste? ¿Qué de verdad me iba a enamorar de un donnadie cómo tú? No tienes ni dónde caer muerto —ella soltó una carcajada y lo observó con arrogancia— No, tú no estás a mi altura, no eres más que un pobre huérfano que ni sus padres lo quisieron. No te amo ni nunca te he amado Alexandre. Él la observó dolido, pero se obligó así mismo a no soltar ni una sola lágrima. —Pueda que sea pobre Candy, pero tengo algo llamado orgullo que no me deja rogarte. Eres igual a todas las de tú clase, solo les importa el dinero. No eres más que una ambiciosa.— la observó directamente a los ojos— No me volverás a ver por muchos años, Candy. Pero siempre ten presente que volveré y te destruiré, te arrepentirás de haberme humillado. Al igual que todos ustedes. El chico observó a las demás personas que se encontraban observando la escena, odiaba ese lugar, ese instituto que se convirtió en un infierno desde el primer día que pisó la entrada del lugar. —No eres más que un huérfano, ¿Qué harás? Nada, tú no puedes hacer nada ¿Sabés por qué? ¡Porque eres un inútil! Él ignorándola por completo se dió la vuelta caminando hacia la salida, marchándose de aquél instituto lleno de adolescentes engreídos que se creían superiores a todos. Pero de algo estaba seguro; superaría todo ésto y jamás lo volverían a humillar. Aunque solo fuese un chico de 13 años de edad, no se iba a dar por vencido.