Después de una larga gira Natasha volvió al lugar que más amaba, con el ambiente cargado y tan poco espacio para caminar que constantemente sus hombros chocaban y su equipaje se atoraba, la lluvia del medio día dejó rastros de lodo que se pegaban a su falda, la esquina de un maletín le golpeó la cadera, su zapato se atoró en una alcantarilla y cuando finalmente llegó a su departamento un valde de agua sucia le cayó en la cabeza. – Hermosa bienvenida – pensó en voz alta y siguió tirando de su maleta – necesito una habitación. El dueño la miró de arriba abajo notando el maquillaje más sofisticado y el cabello rubio – señorita Thomas, no la esperábamos tan pronto. Natasha sonrió – me pareció que era el momento. La vida tenía formas especiales de devolver los golpes, años atrás ella engañó