Tenía que ser rojo borgoña.
Elena no tenía precisamente un letrero con sus gustos colgado en la espalda, pero cualquiera que la conociera sabía que el rojo era su color favorito, siempre que deseaba resaltar o hacer una entrada digna de una reina, más que de una condesa, usaba ese color, por lo que no fue sorpresa destapar la caja con el regalo que la duquesa Emma Davis dejó atrás, y encontrar un vestido rojo bastante elegante y muy de su gusto, no había duda alguna, sí lo viera en un aparador y tuviera que elegirlo entre mil opciones, sin duda lo compraría.
Resopló.
– Mi lady, ¿qué desea que hagamos?
Tirarlo era un sacrilegio, los vestidos hermosos necesitaban altares, no bolsas de basura, pero ese era un obsequio de su suegra y no importaba cuán hermoso fuera, no podía usarlo – tíral
