CAPÍTULO DIECIOCHO El sol está fuerte, así que no nos tumbamos mucho tiempo. Además, las moscas se han dado cuenta de nuestros apestosos cuerpos y empiezan a molestarnos. —Me gustaría ser una vaca para poder comer esta hierba—dice Jenny de repente. Nos miramos y veo que está pensando lo mismo que yo. Arranco unas cuantas hebras de la hierba gruesa, me meto en la boca el extremo que estaba más cerca del suelo y uso los dientes para arrancar la parte tierna y jugosa. No está mal, pero mi panza pide más. Mirando alrededor del claro reconozco unos nogales. Es pleno verano, demasiado pronto para que caigan las nueces. —Mira, nogales —le digo a Jenny. —Vamos a ver si quedan algunas nueces del año pasado. — Buscamos en el suelo y recogemos las nueces que están en el suelo o enterradas bajo