Para cuando llegó el día previo a viajar, directamente, nos hablábamos poco y nada. Yo sin saber cómo actuar ante sus desapariciones a horas extrañas y su repentino descontento por la boda de Patrick y Kate y él… bueno, él bastante furioso por mi desconfianza, la cual era evidente. ¿Cómo era posible que nuestra felicidad de los últimos tres años se hubiese ido por un tubo de la noche a la mañana? Algo grave tenía que estar pasando, pero… ¿Qué? Esas eran las preguntas que se venían a mi cabeza esa noche, mientras preparaba nuestras maletas en la habitación, y él preparaba la cena en la cocina, hacia donde me dirigí al terminar mi parte. Al llegar, como tantas veces, me apoyé sobre el portal para observarlo en su tarea. Me encantaba recorrerlo de pies a cabeza, mientras agradecía al d