Al volver a la oficina luego del almuerzo miré mi reloj y a mi alrededor, pero aparentemente no había señales de Isabel en la empresa. Así que me fui a la oficina de mi madre, quien para variar, estaba discutiendo acaloradamente con Roberto. - ¿Interrumpo? – dije al abrir la puerta - - ¡Para nada, hijo, pasa! – dijo resoplando - - Vaya, vaya… ¡Miren quién apareció! – señalándome y mirándome con una sonrisa socarrona - - Roberto, tengo un mal día, no estoy para bromas, por favor – le contesté por las dudas, y no me equivoqué - - ¡Pues no es para menos! Ya me ha contado mi ahijada… - ¿Isabel ha estado aquí? – preguntó mi madre, mirándome seriamente - ¡Qué extraño que no vino a mi oficina! - Pues… ¡Por algo será! – dijo ab