Isabel - ¿Qué pasa? ¿Por qué tardan tanto en bajar? – caminando de un lado a otro con desesperación - - Tranquila, Isabel. ¡Cálmate! Estarán poniéndolo al tanto de todo – me dijo Laura invitándome a sentarme nuevamente a su lado – Pero justo en ese momento sentí que se abrían las puertas del elevador, y di un salto sobre mi misma hasta poder mirar quién bajaba de él. Y el escalofrío que recorrió mi cuerpo en ese momento, fue tan real como que quien salía del elevador, esposado y con unas enormes manchas de sangre en su camisa, era mi Padrino. Caminaba lentamente y tenía la mirada perdida, hasta que al verme se detuvo y me miró fijamente. Podría jurar que vi odio en sus pupilas, pero no le presté atención, pues de inmediato la recepcionista gritó… - ¡Señorit