A la mañana siguiente, decidí preguntar por Isabel a la enfermera que vino a revisarme haciendo salir a mis padres de la sala, pues temía que algo malo estuviera pasando, y ellos no quisieran decirme nada, ya que cada vez que les había preguntado durante la noche, los había notado bastante nerviosos. - ¿Sabe algo de la doctora? ¿Acabó ya la operación del paciente con la bala en el pecho? – mientras me tomaba la temperatura – - Señor, no puedo darle esa información – intentando evitar el contacto visual – - Disculpe… pero aquí donde me ve, seguramente acabe siendo el abogado del herido – me miró algo incrédula – y además soy el novio de la doctora – sonreí, orgulloso – le pido que me explique si están bien ambos. Necesito saberlo. - Usted solo debe pr