Isabel - ¿Qué estás haciendo aquí? – fueron las únicas palabras que volvieron a salir de mi boca, mientras observaba como me miraba con un susto enorme – - ¡Déjame pasar, por favor! – repetía como poseída, mientras lloraba desconsolada – ¡Tengo muchísimo miedo! Una vez que entró, se instaló en la sala y traté de ayudarla a calmarse. Le ofrecí un vaso de agua y se lo di, mientras me senté en el otro extremo del sofá. Marta y yo no éramos amigas, no sabía qué le estaba pasando, pero nadie se merecía estar en ese estado en el que ella se encontraba. - ¿Estás mejor? – asintió, con la mirada perdida en un punto fijo, al tiempo que dejaba el vaso en la mesa pequeña - ¡Pues no parece! ¿Quieres más agua? - No… no… yo necesito hablar con Marco. -