En ese momento, comprendió que no teníamos la misma idea sobre cómo seguir ese momento de lujuria, y se puso como una fiera… - ¿Cómo te atreves a rechazarme otra vez, Marco? – tomando mi rostro nuevamente, al tiempo que yo me alejaba de sus labios - - No entiendes que no quiero nada contigo, ¿no? - ¿Sabes cuántos están allá afuera esperando para disfrutar con todo esto? – dijo acomodándose el vestido, cubriendo por fin sus pechos, y haciendo una seña con sus manos alrededor de su escultural figura - - Me imagino. ¡Eres preciosa! Nunca lo he negado – recorriéndola nuevamente de pies a cabeza - - Entonces… ¿qué rayos te pasa? – acercándose nuevamente a mi - ¿vas a dejar que todo esto que es tuyo se lo sirva en bandeja a tu amigo Pablo? – hic