Marco Esa mañana me desperté con los rayos del sol entrando por la ventana, junto al sonido de los pájaros. Abrí los ojos con una enorme sonrisa en el rostro, producto de que ese entorno lo estaba viendo también en un sueño que estaba teniendo en el cual estaba de viaje con Isabel, y no se trataba de un recuerdo como era habitual, sino de una especie de visión futurista donde éramos felices en algún lugar que no era capaz de identificar, pero que era muy bonito. Y mi sonrisa continuó al sentir mi móvil vibrar entre las almohadas que tenía a mi lado, estirar mi brazo, buscar encender la pantalla y comprobar que era ella. Despertar así y escuchar su voz, debería ser considerada la octava maravilla del mundo. Aun cuando lo que tiene para decir no es del todo bonito. - Entonces e