Capitulo 1 — Deslumbrado.
Entre el estrés de su vida laboral y su solitaria vida, Johann había encontrado un refugio en el mundo del b**m,
había recorrido un largo trayecto, había pasado de ser un Dom con mucha experiencia a ser un amo en busca de una esclava perfecta, afín a él, anhelaba sentirse tan conectado a ella, en mente, cuerpo y alma, pero sus últimos intentos habían fallado grandemente.
Hoy como suele hacer cada viernes, va a su lugar preferido, su refugio, a continuar
con su búsqueda, se ha cansado de buscar una conexión entre las tantas sumisas
que han pasado por su cama, a sus veintisiete años busca algo más, una conexión
más extraordinaria, se ha convertido en amo, su anterior esclava y él no
coincidieron demasiado, lo que los llevo a terminar dicha relación.
Parado en la barra con la única bebida que se ofrecía en el lugar, observando
detalladamente la entrada, veía nuevos rostros, pero su intuición le avisaba
que ninguna de ellas era la indicada, hasta que sus ojos se posaron en ella:
una chica de cabello largo, sus rasgos no se podían distinguir por la máscara
que traía puesta, aunque si conocía muy bien a la persona que venía a su lado,
se trataba de Ángela, quién había sido una de sus mejores sumisas y con quién
había quedado en muy buenos términos, ahora estaba casada, había conseguido el
amo indicado para ella, amo que venía a su lado con una sonrisa pegada al
rostro, pero los ojos de Johann volvieron a posarse sobre ella, parecía
insegura, su ceño se frunció ligeramente mientras que trataba de descifrar lo
que estaba ocurriendo... aquella chica levantó la vista y sus miradas se
cruzaron, Ángela parecía estarla motivando, pero ahora era ella quién lo miraba
fijamente y detallaba su porte.
Ángela dándose cuenta de que su amiga había puesto sus ojos en su anterior Dom, miró
fijo a Johann en lo que le intentaba advertir a su mejor amiga.
— Johann no es lo que estás buscando, se porque te lo digo. — le dijo sin dejar
de ver a Johann. Sara tampoco despegó la mirada de él, quién se atrevió a
sonreírle de lado, dejándola con la boca abierta, impresionada y curiosa. —
amiga, él definitivamente no es lo tuyo, para que lo tengas en claro... — Angela
se atravesó en su campo de visión para tener toda su atención. Sara volteo los
ojos al cielo y siguió caminando despreocupada en lo que su mejor amiga la
seguía.
— Iré por nuestras copas... — dijo su amo dándoles más privacidad a las dos
amigas. — pórtate bien... — le dijo a su esposa al tiempo que besaba su frente
para luego marcharse directamente a la barra.
Angela siguió con su misión: el que Sara le prestase toda su atención.
— Está en busca de una esclava... — soltó logrando que Sara se detuviera. Sara
miró a su amiga interrogante, sin tener idea alguna de a qué se refería, lo
poco que sabía ya lo había olvidado. — tú necesitas un Dom, ¿Recuerdas lo que
hablamos? — pregunto Angela enarcando una ceja. Sara negó con la cabeza.
— No... ¡Claro que no, Angela! — suspiro, frustrada. — eso me lo dijiste ayer, no
tengo una lista de qué es un Dom o un amo... — dijo exasperada.
Angela sonrió divertida y saco de su pequeña cartera un par de notas enseñándoselas a
su mejor amiga.
— Por suerte yo sí... — dijo Angela extendiendo las notas hacía su mejor amiga.
Sara las tomo y por un momento le dio una ojeada hasta que delante de ellas se
apareció Johann, se había cansado de simplemente verla.
Angela se giró hacia él con el ceño fruncido. Johann simplemente sonrió con picardía.
— Hola... señoritas. — les dijo, el tono firme de su voz hizo que Sara temblará,
ahora lo entendía... — Ángela, siempre es un placer verte. — dijo dirigiéndose
por un momento a ella. — ¿Quién es tu amiga? — Ángela le dio una mirada de
advertencia que él ignoro a propósito.
— No es alguien a quien necesite conocer, caballero. — Johann metió las manos en
sus bolsillos, conteniendo el impulso que le provocaba acariciar la barbilla de
aquella dulce chica.
Volvió su mirada, y la miró con una sonrisa deslumbrante.
— Yo creería que sí... querría saber si ella opina lo mismo. — Sara intento
hablar, pero sentía un nudo en su garganta y su imponente presencia le impedía
siquiera pensar que decir, si no fuera por la máscara que traía, sus gestos
delatarían sus pensamientos. Miró de reojo las notas en sus manos... Sería muy
vergonzoso mirar las notas una vez más.
— Eh, es un gusto conocerlo, señor. — extendió su mano hacía él, no sabía si
había cometido ningún error, pero a él pareció agradarle como lo había llamado,
puesto que su sonrisa se ensanchó un poco más y sus ojos por alguna razón se
vieron más oscuros.
— El gusto es todo mío. — dijo al tiempo que sacaba su mano de su bolsillo y
estrechaba la de ella.
Angela al ver que ambos habían quedado deslumbrados, pero especialmente él, decidió
interferir, rompiendo la conexión de sus manos, dejándolos a ambos
sorprendidos.
— Como ya ve, ella es nueva en este mundo, Sara es mi mejor amiga, y yo estoy
aquí para guiarla. — dijo descartando la ayuda de Johann, el joven amo sonrió
amablemente.
— Ah, ya veo... si llegas a necesitar algo, no dudes en contactarme, Sara. — está
vez su mirada no dejo los ojos de Sara. — fue un placer conocerte...
Johann se dio media vuelta para ir nuevamente en busca de la esclava perfecta, pero un
suave agarre en su mano lo detuvo, sorprendido se volteó, Sara lo sostenía del
brazo, con la boca abierta de la sorpresa, incluso ella se sorprendía de sí
misma, había sido un acto de reflejo, un impulso.
— Entonces Sara, has descubierto que puedo ser de utilidad. — le dijo dándole una
sonrisa pícara. Ella lo soltó inmediatamente.
Angela la miraba estupefacta, no sabía que le pasaba a su amiga, era determinada, organizada e incluso a veces mandona, pero no impulsiva, jamás la había visto actuar por mero instinto.
— Yo eh, sí, creo que usted podría instruirme, señor. — Johann se mordió levemente el labio inferior, mientras que Ángela se dispuso a agarrar a su amiga del brazo.
— ¡No! ¡Él no puede! ya te dije que no es lo que estás buscando... — intento advertirle.
— Tú no puedes enseñarme, estás casada con tu amo, él tampoco puede enseñarme, se que quieres que aprenda... pero que mejor persona para enseñarme que alguien que conozca de este mundo, y claro, no tenga ningún inconveniente en enseñarme. — miró a Johann de reojo.
— Puedes contar conmigo... — respondió Angela quedándose sin argumentos.
— Para darme notas a último minuto. — dijo Sara divertida levantando las notas en su mano. Angela se río un poco, pero luego volvió a poner un semblante serio y miro a Johann.
— Sara nunca ha estado en nada por lo parecido, no es como ninguna de tus anteriores sumisas... Es como un bebé a tu lado... Así que, si decides aceptar y no cuidas de ella, yo te golpeare. — dijo ignorando toda formalidad, cosa que le causó gracia a Johann.
— Lo entiendo, señorita. — le respondió a Angela.
— Bien, me voy, mi amo me espera. — Ángela estaba molesta, su tono y su despedida inesperada la delataban, pero Sara sabía que sus rabietas no le duraban mucho, eran mejores amigas desde hacía mucho tiempo, así que un simple enojó no acabaría con su amistad.
Sin dejar de ver el camino que había seguido Ángela, decidió continuar con su proposición.
— Entonces... ¿Aceptará mi propuesta, señor? — pregunto robándole una sonrisa a
Johann.
— Estaría encantado de instruirte, tú dime cuándo y acordaremos una cita... — dijo sin molestarse en corregirla. — seré tu tutor, si así lo quieres, señorita. — le sonrió en lo que parecía ser una sonrisa dulce.
— Bien, entonces se lo agradezco, señor. Puede usted enviarme un mensaje a mi número o llamarme. — le entrego una tarjeta, la cual él simplemente guardo en
su bolsillo sin dejar de mirar a Sara. — me preguntaba que lo hace sonreír tanto... — dijo Sara con el ceño levemente fruncido.
— No es nada, pequeña. Eres realmente tierna, tu amiga tiene razón, eres como un bebé, pero aprenderás, me encargaré de instruirte y cuidar de ti. — respondió antes de marcharse por donde vino.
No había concluido su búsqueda, pero había hallado un excelente modo de darle entretenimiento a su monótona vida, instruir a una pequeña sumisa, podría ser divertido, además se veía que tenía carácter, había sido bastante directa con su mejor amiga, y también con él, nunca una sumisa había sido tan intrépida con
él, cosa que le había llamado mucho la atención, no veía la hora de agendar una cita.