Las citaciones habían llegado, la mala noticia: había sido Gladys quien las había recibido. Al encontrarse con un sobre sellado, con el nombre de su hijo y un remitente como lo es la corte, le hirvió la sangre al momento. Así que lo primero que hizo la mujer fue dirigirse a la empresa que dirigía su hijo, en busca de la verdad. Cuando llegó al piso del gran jefe se topó de frente con Sara quien estaba en su puesto como siempre. — Buenos días, señora... ¿Tiene cita con el señor Davidson? — pregunto Sara en lo que se levantaba para saludarla, Gladys la miró con detenimiento. — Tú debes ser Sara. — aseguro Gladys, Sara frunció el ceño confundida. — ¿Me conoce, señora? — pregunto sorprendida. Gladys le dió una sonrisa amable antes de responder. — Si, mi hijo me ha hablado mucho de ti, per