Mateo Quería creer que por fin éramos felices: Javier estaba internado en el psiquiátrico, mi suegro preso luego de las denuncias de Sofía y los cargos que le levantó su madre… y nosotros más felices que nunca. Nuevamente habíamos vuelto a la hermosa rutina donde al llegar de entrenar mi mujer me esperaba para almorzar, solo que ahora no estábamos solos, sino con ese solcito hermoso que ilumina nuestras vidas y que me tiene completamente loco con los gestos pequeñitos que tiene cada día… con esos bracitos que me esperan para abrazarme, para jugar… con esa boquita que me dice “papá” y me derrite. Por fin Sofía podía verme jugar sin presiones, sin esconderse… por fin ella y Jr. podían disfrutar de mi juego. Incluso cuando íbamos de visitantes, si era en alguna ciudad cercana, ellos viajab