Cena

2128 Palabras
—Mi pequeña. Una sonrisa de alegría apareció en mi rostro al darme cuenta de que mi hermano había llegado. Lukas, quien ha sido todo para mí, me sonrió al verme sentada en la banca junto al rosal de mamá. —Te gusta estar aquí, ¿verdad? Observé el hermoso lugar a mi alrededor. —Es maravilloso —respondí sonriendo—. Creo que es el único sitio donde realmente encuentro tranquilidad. Él asintió con la cabeza. Salté de la banca y corrí a sus brazos. —Bebé —susurró, acariciando suavemente mi cabello—. Intenté venir la semana pasada por tu compromiso —dijo con un tono que dejaba entrever su verdadera molestia. Traté de aliviar el ambiente. —No te preocupes, lo importante es que ya estás aquí. —Lo siento. Sé por qué lo dice. Si Lukas no hubiera desaparecido hace diez años, él sería el encargado de la empresa de papá y yo no estaría comprometida con ese idiota. Se separó de mí y examinó cada rasgo de mi rostro. Lukas estudió medicina en una universidad estadounidense y ahora es un médico reconocido en una clínica de Vancouver. —No digas nada. Me acarició suavemente la mejilla. —¿Quieres escapar? Negué con la cabeza. —No. Algo que aprendí de mamá es a enfrentar las situaciones, aunque la idea de huir a veces resulta tentadora. —Podemos hacer algo. Cambié de tema. —Gracias por venir. —Nunca me perdería la cena. Asentí. —¿Cómo has estado? —preguntó con cautela. —Asimilando todo —miré mis manos—. Pero aún faltan cuatro años. Tengo tiempo hasta irme a Nueva York para terminar mis estudios. —¿Vivirás con Romy? Me acurruqué a su lado. —Viviré en un ático con Noah —mi voz fue apenas un susurro. Esa afirmación me dolió. Sé que estaré en una jaula dorada. Lukas llevó su dedo a mi barbilla y me obligó a mirarlo a los ojos. Él frunció el ceño. —¿Cómo sabes eso? —lo vi apretar los dientes. Si le cuento que cuando escapé el otro día él se acercó a mí y estuvimos a solas, eso sería un gran problema. —Oh, cariño… —mi mamá se acercó—. ¿Cómo te diste cuenta de eso? Me solté de Lukas y miré a mi madre con compasión. Me debatí entre decir la verdad o mentir. Siempre opto por la segunda opción. —Lo escuché hablar. Mamá palideció ante mis palabras y la abracé con fuerza. Sé que ella está sufriendo más que yo. La he escuchado discutir con papá más de una vez. Está en contra de este matrimonio. —¿Noah habló con alguien sobre esto? —podía ver la furia en el rostro de mi hermano—. Lo mataré. El problema de mentir es que trae más mentiras, así que sería mejor decir la maldita verdad. —No —respondí avergonzada—. Cuando salí del lugar, él me siguió y hablamos de eso. Mamá frunció el ceño. —¿No te hizo… nada? Negué con la cabeza. —Más le vale. Mamá puso los ojos en blanco. —Lukas, por favor, trata de no llevarle la contraria a tu padre hoy. Sabes que no está bien contigo, así que no lo provoques. —Madre, lo que quieres decir es que me comporte para que no me mande a la mierda. Mamá se echó a reír, y así quedó el tema con mi hermano mayor. **** Observé a todos moverse de un lado a otro, preparando la gran mesa para la cena "familiar". No pude evitar reírme de la situación. —Buddy, dejemos las tonterías, pero qué buena cena. Tiene razón, mi madre es una de las mejores organizadoras de cenas. Estoy segura de que le encanta hacerlo. —¿Viste a la loca de…? Asiente. —Cállate, ahí vienen. Olivia se encogió de hombros. —Me da igual —se metió una uva verde a la boca—. Ella sabe que la detesto. Vimos a la prima de Noah, Lea, que es un verdadero dolor de cabeza. Desde que anunciaron nuestro compromiso, me ha hecho la vida imposible. —Déjala, es una ridícula. Asintió. —Pero mira quiénes están aquí. —Tía Emmm —susurró Susy. —Hola, mi amor. Me agaché y la tomé en mis brazos, dándole vueltas. Susy ha sido lo mejor que hemos tenido. Es como ver a mamá en miniatura. —¿Dónde está el abuelito? —dijo con un enredo de palabras. —El abuelito está por ahí, princesa —señalé hacia su despacho. Se rió mostrando sus pequeños dientes. Susy Smith es una preciosidad, tiene tres años. —Mami, igual venga conmigo. —Vamos a buscar al ogro de la familia Reynolds. —¡Nooo, mami! —la reprendió Susy. Sonreí al verlas tan hermosas. Romy tuvo la suerte de casarse con un gran hombre, y con el tiempo ha dicho que le tiene mucho cariño. Cómo no, si es un magnate en Estados Unidos. Fundador de SmithX, que se dedica a coches eléctricos. Mi cuñado es bastante atractivo, y viéndolos juntos hacen una buena pareja. —Buddy —Olivia me sacó de mis pensamientos—. ¿Crees que por fin tu hermana lo ama? Asentí con la cabeza. —Es obvio que sí —mi hermana sonrió a su esposo—. Es un hombre excepcional y, además, guapísimo. Si no lo ama, es tonta. Olivia puso los ojos en blanco. —Noah también es bastante atractivo. Eso es cierto, no puedo negarlo. Cualquier mujer en su sano juicio estaría encantada de casarse con él. Sin embargo, yo no. Estoy dolida por todo esto y, sinceramente, no creo que pueda quererlo. —Em —me dijo—, hazte a la idea y deja de nadar contra corriente. Será tu esposo, quiera o no. —Falta mucho todavía. —Solo digo que no le des tantas vueltas y trata de vivir una vida llena de paz. Dale los hijos que quiera y compra una casa lejos donde no lo puedas ver. Solté una carcajada. —No creo que sea ese tipo de mujer. Tozuda es mi segundo nombre, no se lo pondré fácil. Olivia sonrió con malicia. —Así que tendré que ver cómo conquisto ese oscuro corazón. Me giré y ahí estaba, apoyado en la pared. No me sorprendí, sé que está por todos lados. —No hay forma de que lo conquistes. Seremos una pareja ante los ojos de los demás, pero desconocidos en nuestra casa. Sonrió satisfecho. —Ya vas acostumbrándote a hablar bien. Olivia se echó a reír. —Vamos —me tendió la mano. Se la tomé e ignoré su comentario. Llevó sus labios y besó cada nudillo. No pude evitar poner los ojos en blanco. Él se rió y entramos al gran salón de la mano como una pareja. Su madre, Rosalie, se acercó a nosotros. —Se ven impresionantes— percibí un tono sarcástico en su voz. Saqué la sonrisa más artificial que pude y eché un vistazo de reojo; Noah también sonrió con desinterés. Eso es lo que debemos hacer. —Madre —su voz se escuchó con un tono amenazante. Ella se acercó y me ofreció un breve abrazo. Rosalien es impresionante y destila elegancia. —Por favor, Noah —es una súplica ¿Una petición de qué? Intenté descifrar su expresión, pero no mostraba nada. Él sacudió la cabeza y la ignoró mientras se dirigía a la gran mesa, donde corrió la silla para ayudarme a sentarme, y luego se acomodó a mi lado. Sin embargo, Lukas ocupó el otro lado vacío junto a su esposa, tomó mi mano y la besó. —¿Cómo te sientes? Le di una mirada tranquilizadora. —Todo bien—mentí. Sé que tengo que decirle eso. Puedo notar que Lukas se está conteniendo. —Hola a todos —entró mi padre—. Es un placer tenerlos aquí —dijo, mirándome brevemente y luego a mi hermano, su mirada se tornó dura—. Esta cena es una demostración de lo que nos espera en el futuro. Una familia grande. —Thomas, es un placer —dijo Rodney. —Como saben, nuestra hija Emma se va en unos días a Nueva York y esta es su despedida. Espero que lo pase bien. Asentí. Romy se levantó con su copa de vino blanco y sonrió. —Salud, por una nueva vida para nuestra amada pequeña. Todos se levantaron de la mesa, tomaron su copa y comenzaron a brindar. *** Ver a nuestra familia unida es algo que siempre soñé. Lukas con su esposa, Romy con su hija y esposo, mamá y papá. Siempre lo soñé desde pequeña, y ahora lo estoy viviendo, pero al lado de Noah. Alguien a quien no considero nada en mi vida, su familia, el mejor amigo de mi padre y la mejor amiga de mi madre junto a su familia. Es como si muchas personas realmente pertenecieran aquí. Analizo a mi futuro esposo y llego a la conclusión de que tengo un problema. Noah Miller es bastante atractivo, debió haber tenido muchas mujeres, y él me dejó claro que solo ha estado con ellas por diversión. La idea me repugna, porque yo no sabré nada del tema, seré ingenua cuando llegue el momento. Me miro las manos y sé que no hay forma de salir de aquí. Disfrutaré estos cuatro años como si fueran los últimos de mi vida. Pasaré encerrada en una jaula de oro. —Pero, ¿qué se siente saber que te irás tan lejos? —preguntó Olivia, interrumpiendo mis pensamientos. —Es un reto, pero también una oportunidad —respondí, intentando sonar positiva—. Quiero aprender y crecer como persona. Noah se inclinó hacia mí y, en un tono bajo, dijo: —Te apoyaré en lo que necesites. Mi corazón se aceleró un poco. Esa era la primera vez que me hablaba de esa manera. —Gracias —respondí, sin mirarlo a los ojos. La cena continuó con risas y charlas, pero yo me sentía distante. Observaba a mi familia y pensaba en cómo cada uno de ellos había encontrado su camino, mientras yo me sentía atrapada en un destino que no elegí. Lukas me miraba con preocupación, y yo intentaba sonreírle, pero sabía que él podía ver a través de mi fachada. En un momento, se inclinó hacia mí y susurró: —¿Estás bien? —Solo un poco abrumada —admití—. Pero estaré bien. La cena avanzaba y los platillos eran exquisitos. Mi madre realmente se había esforzado por hacer que todo fuera perfecto. Sin embargo, mientras todos brindaban y celebraban, yo no podía dejar de pensar en lo que significaba realmente mi futuro. Después de la cena, todos se trasladaron a la sala de estar para el postre. Susy corrió hacia mí con una rebanada de pastel. —Mami dice que es el mejor —dijo con entusiasmo. —¿Tú crees que lo es? —le pregunté con una sonrisa. —Sí, ¡pruébalo! —insistió, con sus ojos brillantes. Tomé un bocado y, para mi sorpresa, estaba delicioso. —Es muy bueno, Susy. Tienes razón. La risa de mi hermana y la alegría de mi pequeña sobrina me llenaron de calidez, aunque mi mente seguía en conflicto. En ese momento, me di cuenta de que, a pesar de las circunstancias, había momentos que valían la pena vivir. Mientras la noche avanzaba, mi padre comenzó a hablar sobre los planes familiares y el futuro que deseaba construir para todos nosotros. —Quiero que todos estemos unidos, que sigamos creciendo como familia —dijo con firmeza—. Emma, estoy seguro de que harás grandes cosas en Nueva York. Sentí una mezcla de orgullo y presión. —Lo haré, papá —respondí, tratando de convencerme a mí misma. Cuando la velada llegó a su fin, me despedí de cada uno de mis seres queridos. Subí a mi habitación y reflexioné sobre el día. No podía evitar sentir que mi vida estaba a punto de cambiar drásticamente. Miré el anillo de compromiso en mi dedo y entendí que, aunque no me sentía lista, tenía que encontrar una manera de adaptarme a la nueva realidad. Las lágrimas comenzaron a asomarse a mis ojos. —¿Por qué es tan difícil? —susurré al vacío. Sin embargo, decidí que no podía rendirme. Tendría que enfrentar todo lo que viniera, aunque el camino se sintiera como una prisión. —Voy a encontrar mi libertad, de alguna manera —me prometí a mí misma antes de apagar la luz y dejar que la oscuridad me envolviera.
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