Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. No tengo claro cuándo Noah se acercó a mí, pero guardo un vago recuerdo de un coche que se detuvo justo antes de que George se disparara.
—Emma, abre los ojos —me pidió con tono autoritario—. Mi amor.
Los abrí, pero mi mirada se movía en busca de Olivia y no lograba encontrarla. La urgencia de saber si estaba bien comenzaba a transformarse en ansiedad
—Emma —me llamó una voz suave—, por favor, míranos.
—¡Llama al 911 de inmediato! —gritó alguien.
—Creo que tus vecinos ya lo han hecho, Noah —le respondió alguien.
—Livi —susurré, llena de terror por lo que podría haberle sucedido—. Por favor, busquen a Olivia.
Mis ojos se inundaron de lágrimas.
—Luis está con ella —me dijo mientras me cargaba en sus brazos, y fue entonces cuando vi a George,
