Capítulo 4.- El juguete del rey.

1785 Palabras
Morgan se había escabullido, filtrándose como la humedad, salió de aquel lugar y ni siquiera ella sabía como lo había logrado tan rápido. Dos niños jugaban cerca del muro y los escuchó cuchichear sobre una salida hacía el bosque, así que ella no dudó en preguntar, y si, había una salida, un hoyo por donde pasó sin problemas. Ahora estaba caminando por el bosque, tratando de llegar a su aldea, tal vez tendría que huir por un tiempo, ir a la zona blanca y quedarse ahí hasta que el idiota del rey la dejara en paz, hasta que la unión de hiciera menos fuerte, tal vez después de las fechas de apareamiento de los lobos, todo estaría mejor. “Maldigo mi suerte”. Se detuvo para ver si iba por el camino correcto y se asusto un poco al escuchar unos murmullos justo detrás de ella, trató de calmarse y continúo caminando, pues miró a su alrededor y no había nada. “Tranquilízate, no es nada, es el viento…” —Hola. Ella gritó y se quedo mirando esa pequeña cosa que estaba frente a ella, una especie de duende, regordete y con ojos muy grandes, daba un poco de miedo. —¿Qué cosa eres?—Preguntó ignorando su instinto de huir. —¿Qué cosa eres?—repitió esa cosa igualando su tono de voz, Morgan hizo una mueca y miró a su alrededor. —Soy Morgan ¿y tú?. —Nug—respondió aquella cosa. —¿Vives aquí?. —No hables con ellos. Morgan se giró de un salto y ahí había un hombre, no se veía tan imponente como los lobos, no era tan alto, ni tan fornido, no, definitivamente no era un lobo. —¿Tu quien eres?—preguntó ella con cautela. —Soy Ace, soy un guardián y tú no deberías de estar aquí— respondió aquel hombre. Morgan miró de nuevo a Nug y pegó un grito al verlo crecer y dejar al descubierto unos filosos dientes. —¿Qué cosa es eso?—preguntó muy asustada. —Son Trolls y suelen comer humanos—respondió Ace sin alterarse tanto como ella. Morgan corrió a esconderse detrás de él y este solo suspiró. —Vamos, vete—ordenó con firmeza. Nug gruñó con fuerza y salió corriendo lejos. Los Trolls eran feos y carnívoros, y solo había dos cosas a las que le tenían miedo, los lobos y los guardianes. —Gracias— dijo Morgan al ver que esa criatura se iba. —En serio, ¿Que haces aquí?, no deberías de estar merodeando por este bosque. —Voy a mi aldea. —¿Cuál es tu aldea?. —Campo azul. —¿No estas muy lejos?—preguntó Ace tratando de escudriñar a la chica. —Si, por eso trato de llegar. —Fuiste traída por los lobos, ¿Cierto?—. Aquello no era difícil de deducir. —No— respondió ella mientras miraba el cabello blanco de Ace, había escuchado de los guardianes, seres capaces de controlar la naturaleza, cuidaban el bosque y cualquier vida dentro de el, nunca había visto un guardián tan de cerca. —Tengo que llevarte con el rey— dijo Ace, no quería meterse en problemas, sabía que los lobos eran muy posesivos con sus mujeres. —No por favor, él va a matarme. —¿Hiciste algo malo?—Preguntó él mientras entrecerraba los ojos. —No. —Entonces, ¿Por qué va a matarte?. —No iré con él, prefiero morir aquí— dijo Morgan un poco enojada, ella no volvería con ese lobo. Ace la sujetó del brazo y ella lo miró. —No te muevas—Advirtió él mientras miraba sobre su hombro. —¿Qué?, ¿Por qué?—preguntó ella un poco asustada. Ace señaló algo y ella siguió su blanco dedo, en el bosque había muchas cosas aterradoras, las aldeas eran custodiadas por los lobos y en cada aldea había una hechicera, quién protegía todo a su alrededor y quien también ayudaba a las mujeres cuando enfermaban, o a las niñas que vivían ahí. En las aldeas era muy raro ver a los hombres, todos se encontraban en la zona blanca, pues ninguno quería interponerse en los deseos de algún lobo, era mejor así, las mujeres aprendieron a vivir solas, Los lobos protegían a todas, y por una buena razón, las mujeres aseguraban la prosperidad de su reino, existían muy pocas lobas mujeres las cuales pertenecían a un grupo selecto de la corte. En cuanto a los peligros del bosque, no había nada peor que los oscuros. Espectros deambulantes que buscaban almas para devorar, se metían en los cuerpos de los humanos y los pudrían desde adentro, eran una infección, tan difícil de curar que todos los que eran presas de sus ataques, no solían sobrevivir. Morgan tenia los ojos fijos en esa cosa negra que flotaba sin ningún rumbo. —No te muevas, respira tranquila—Susurró Ace. —Ayúdame. —Estoy aquí, solo cálmate o escuchará tus latidos, solo tranquilízate. Ella asintió y trató de respirar hondo, mientras que aquel oscuro pasaba tan cerca de ellos, fue aterrador, cuando se alejó, ella respiró tranquila. —Gracias— Susurró ella. —Si quieres ir a Campo azul, tendrás que ir por el camino principal, pero no llegarás sola, y cuando llegues, algún lobo te encontrará, así que es mejor que vuelvas al reino y que solicites una orden para volver a tu aldea, así serás custodiada y llegarás a salvo. —Fui elegida por un lobo, ¿Crees que me dejaran ir?. Era la primera vez que Ace veía a una mujer huir de su pareja lobo, era algo fascinante. —Tal vez, si le planteas tu problema al rey él seguro te dejará ir, es un rey un poco intimidante, pero es un gran rey. Morgan sentía ganas de llorar y de reír, así que su cara formó una expresión extraña. —No voy a volver con ese idiota egocéntrico y mal educado. ¡Aaaauuuuu! ¡Aaaauuuuu! ¡Aaaauuuuu!... Muchos aullidos se escucharon a lo lejos, los lobos se comunicaban entre ellos y mas aullidos se escucharon en todos lados. Ace miró a Morgan y arrugó el entrecejo. —¿Fuiste elegida por el rey?—preguntó muy sorprendido, podía escuchar las órdenes de los lobos en aquellos aullidos. —¿Qué?, no…yo…no, claro que no. —Te están buscando, y no son uno o dos, todos te están buscando, será mejor que vuelvas, el rey no estará feliz. —¡No!, no volveré, es más, voy a ir a buscar a ese oscuro para que me ayude, prefiero morir que volver con ese…ese…¡Infeliz!— gritó Morgan desesperada. —Mi madre me lo advirtió, debí quedarme en la zona blanca, casarme con Oscar, tener un perro o tal vez dos, trabajar en el matadero como Oscar y vivir feliz. —No vas a llegar muy lejos, ¿No me escuchaste?, todos los lobos te están buscando, no sabes lo que esta en juego, si no vuelves ahora el rey estará muy enojado. —Me importa un comino el rey y lo que el quiera. Un gruñido se escuchó justo detrás de Morgan, ella se quedó estática, se giró con lentitud y ahí había un lobo café que la miraba fijamente. Retrocedió cuando aquel lobo empezó a tomar su forma humana y sintió que no podía respirar, era un poco desagradable ver la transformación de un lobo a hombre. Cuando aquel lobo terminó, los miró a ambos. —Por orden del Rey debo llevarte conmigo. —No volveré—afirmó Morgan. Más lobos llegaron casi de inmediato, estaba acorralada, miró a Ace en busca de auxilio. —Por favor, ayúdame. —Lo siento, no puedo hacer nada por ti—respondió él un poco apenado. Morgan en verdad prefería morir que volver con Sirhan, él se había burlado de ella. Sin pensarlo, se echó a correr a toda prisa, pero no fue lo suficientemente rápida, aquel hombre lobo la atrapó en sus brazos y la tacleo hasta caer al suelo. Morgan no se hizo daño, aquel lobo la protegió en sus brazos. —¡Suéltame!—Gritó eufórica. Había sido una pelea un poco injusta. Morgan fue llevada de regreso al castillo, sus gritos y quejas se escuchaban por todo el lugar. Sirhan estaba en el gran salón, sentado en su trono, tan molesto con esa mujer, que en su mente estaba ideando un montón de ideas de como castigarla, la vio llegar y sintió la tensión casi de inmediato. La chica fue dejada frente a él, se miraron el uno al otro y de nuevo aquel deseo los envolvió como un c*****o. —¿Por qué huiste?. —¿Por que abría de quedarme?. —Acaso no te quedo claro, ahora eres mía. —Creo que al que no le quedo claro, fue a usted, no soy suya, no soy de su propiedad y exijo que me deje ir ahora. Sirhan apretó la mandíbula, los presentes no podían creer que la chica le estuviera hablando de ese modo al rey, nadie se había atrevido a tanto. Él se puso de pie y dio grandes pasos hasta llegar a ella, Morgan se estaba muriendo del miedo, pero no flaqueo, levantó el mentón y lo miro directo a los ojos, ya había jugado con ella una vez, ya no volvería a caer en su juego. —No le tengo miedo, así que no trate de intimidarme, se burló de mi y ya tomó lo que quiso, así que ahora déjeme ir. —No iras a ningún lado. —Bien, ya escapé una vez, podre hacerlo de nuevo— Advirtió ella. Sirhan la tomó de la cintura y Morgan respiró con fuerza, él iba a besarla pero ella volteo la cara con rapidez. —Si así quieres jugar, entonces hagámoslo.—Era sorprendente como esa mujer lo rechazaba. —Enciérrenla en el calabozo, sin comida ni agua—ordenó él sin piedad. Morgan se asustó un poco al escucharlo, “¿Calabozo?”. —Vas a suplicarme, y tal vez entonces tenga un poco de piedad por ti. Eso fue todo, Morgan fue llevada hasta un calabozo, cuando llegó a la celda, sintió un escalofrío, olía mal, todo estaba húmedo y por alguna razón hacia frío. Ella se rehusaba a lloriquear como una chica indefensa, ¿Hambre?, ella podía soportarlo, no iba a suplicar. Sirhan estaba seguro de que Morgan no aguantaría ni dos días ahí, en especial por las ratas, todas las mujeres le tiene miedo a esos roedores. Pero al tercer día se sintió realmente frustrado.
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