—¿Por qué no hablas con ella?. —No, ella es la que debe de suplicar hablar conmigo. —No ha comido, ni bebido nada, ¿Y si muere?. Sirhan apretó los puños y golpeo la mesa de madera que estaba frente a él, ¿Por qué esa mujer era tan testaruda?. Se negaba a ir a verla, se negaba a ser él quien cediera, un rey lobo rogándole a una mujer humana, nunca antes se había visto semejante disparate. Pero…, durante esa noche, el Alfa no pudo conciliar el sueño, su cuerpo dolía, sus necesidades aumentaban a cada segundo, ¿Y si ella moría?, la sola idea de pensarlo lo ponía mal, sentía que algo se desgarraba dentro de él, y empezó a dudar de si aquel castigo era para ella, o se lo había impuesto él mismo. Se puso de pie con rapidez y caminó a paso firme. Mientras tanto en el calabozo, Morgan se s