Gael Lennox
Mi pantalla parpadea y de inmediato aparece la imagen de Zia en el centro. La fotografía ocupa todo el espacio y llama poderosamente mi atención; arriba de su rostro, en grandes letras rojas, resalta una sola palabra que parece gritarme: DESAPARECIDA.
El sistema tarda unos segundos en mostrar la ficha completa con sus datos. Me dejo caer en mi asiento, observando con detenimiento cada movimiento registrado en los últimos días. Por alguna razón que no sé explicar, siento en lo más profundo que su desaparición tiene que ver con alguno de nosotros. La fecha en la que fue vista por última vez me hiela: ya han pasado varios días.
El recuerdo de cómo suplicaba que yo continuara con su caso me golpea con fuerza. Esa escena me persigue, se repite en mi mente una y otra vez, como si
