Gael Lennox Nil me entrega una bolsa de hielos para colocarla en mis nudillos, aún enrojecidos y adoloridos por el arrebato contra Kendall. Siento el frío atravesar mi piel y arder como si quisiera recordarme la furia con la que lo golpeé. — ¿En serio dejaremos a Yael y a Kendall ahí dentro con ellos dos? — pregunta Nil con preocupación evidente en la voz. — Yael decidió quedarse ahí con su hermano — respondo con firmeza, conteniendo el fastidio que aún me consume —. Kenan y Mayner no le harán nada a él. — Pero sí a Kendall — replica Nil, pensativo, con un tono que me incomoda. Frunzo el ceño y lo miro de frente. — ¿Te sientes mal por Kendall? — inquiero con seriedad, midiendo cada palabra. El enojo que todavía me arde en el pecho es demasiado grande como para disimularlo. La imagen