Recuerdo un día donde mi padre me hablo acerca de la felicidad. Recuerdo sus palabras diciendo que esta se escondía en las cosas materiales, que en ocasiones las personas creían que el dinero siempre da felicidad y puede que esto sea cierto, pero hay cosas o momentos que ni todo el dinero del mundo podrían comprar. Que la felicidad son momentos, momentos únicos, momentos anhelados, momentos soñados, momentos inesperados. Que la felicidad se da también en cosas simples, una mirada, un gesto, una sonrisa, una palabra. En mi caso una simple frase. “Si, acepto” esa simple frase hizo que mi corazón latiera acelerado porque era dicha por la mujer que ahora es mi esposa. Sonrió feliz mientras la observo firmar el acta que la convierte automáticamente en Selene Sinclair, mi esposa. Ella levanta l