Escucho una voz susurrando y abro los ojos un poco. Estoy sudando, pero tengo frío. ¿Quién ha apagado la calefacción? No puedo abrir los ojos mucho, pero consigo ver a una figura caminando de un lado a otro de la habitación. ¿Qué hora es? La cabeza me duele tanto que parece que hay alguien dentro dándome con un martillo. Aún me duele todo el cuerpo y tengo la boca seca. Lo veo entonces cuando se gira. Es él. Maldita sea, ¿qué hora es? ¿Ha llegado antes a casa? — ¿Qué hora es? —Le preguntó con voz ronca. Carraspeo. — Son las siete. ¡Las siete! Me destapo con rapidez y me pongo en pie. Me mareo ligeramente y busco con mis manos algún sitio donde agarrarme porque la vista se me nubla. Sus brazos es lo único a lo que puedo agarrarme para no caer y sus manos s

