Llego del hospital y me encuentro las luces encendidas. Camino por el salón hasta llegar a los ventanales que dan al jardín y veo que ella está allí, envuelta en una toalla. Se encuentra sentada en los escalones que bajan al jardín y su pelo está mojado. La piscina tiene las luces encendidas y me doy cuenta de que hace mucho tiempo que no me doy un chapuzón. Me siento a su lado manteniendo un poco las distancias y suspiro. — ¿Qué tal tu madre? —Pregunta. — Bien, está como una rosa. Un leve mareo y una pequeña caída en los últimos escalones de la escalera. Un par de hematomas y nada más. Le han hecho pruebas de todo y no tiene nada. Juraría que está más sana que yo. — Me alegro. Dimitri no tiene la culpa, yo le convencí para conseguir comida, tenía hambre. — Sé que