Cenamos en la cocina en silencio, ella no sé en qué está pensando, pero yo estoy dándole vueltas a todo. Llegué a pensar incluso en que mi familia amenazara a Chiara o la obligaran a irse, que la chantajearan, pero dudo que mamá lo hiciera el día de la boda, dudo que papa quisiera que mi cara saliera en todas las revistas a modo de humillación porque ella me había dejado en el altar. Dudo mucho que ellos quisieran montar todo ese drama mediático, así que, descarté la idea. — ¿Cómo están tus padres? —Le pregunto. — Vivos. — Es una respuesta un poco rara, ¿no crees? — No lo creo. Chiara no sabe que no voy a pedirle matrimonio a Masha y me conviene que siga creyendo que sí, por lo que no abordo el tema. — Ayer solo te demostré que ambos podemos jugar y que yo juego

