Me siento en la sala con ella, en el sofá. Ella sostiene las copas de vino y yo la botella. Sirvo vino en los vasos y dejo la botella en la pequeña mesa rectangular que se encuentra frente al sofá. Cojo la copa de vino y observo como ella lo huele y me mira. Intento no sonreír y le doy un sorbo. Me imita y espero su reacción. — Está bueno. — ¿Solo bueno? — El mejor que he probado hasta ahora. — Eso está mejor. Hablemos entonces. ¿Cómo están tus padres? — Están bien—se encoge de hombros— En Italia, como siempre. Se han mudado al campo ahora —me informa, aunque eso ya lo sabía. — ¿Por qué? — Más tranquilidad —mira la copa de vino—. Yo... Lo siento muchísimo Mark —se disculpa. — No quiero que te disculpes más, quiero que me cuentes qué ha sido de tu vi

