Mi nombre susurrado sale de unos labios y abro un poco los ojos. He dormido intranquila porque he tenido pesadillas desde que me acosté y creo que Mark sabe que algo pasa, pero no me dice nada. El ruso rubio de ojos azules del que me enamoré hace meses se encuentra frente a mí. Está vestido, pero no con su traje de chaqueta. Frunzo levemente el ceño y me incorporo un poco. Miro en la mesita de noche y veo que son las doce de la mañana. — Llegas tarde a trabajar, Mark —le susurro para después volver a apoyar mi cabeza en la almohada— Y yo llego tarde a las clases de ruso —pongo una mano en mi frente. — Hoy no vamos a ir a ninguna de esas dos cosas —quito la mano de mi frente y lo miro confusa— Levántate y vístete, ponte algo cómodo, tenemos que coger un avión. — ¿Ha pasado al

