Estamos reunidas con la organizadora de boda viendo sitios en los que la boda puede celebrarse. Estoy callada, con las manos metidas en los bolsillos mientras las sigo por el gran salón. Están hablando en ruso y no entiendo absolutamente nada, por suerte, vengo en mi coche, por lo que puedo irme cuando quiera. Mark se había presentado una tarde después del trabajo con un regalo para mi, un gran regalo que haría que dejase de depender de la gente y de molestar a Dymitri. No me gusta el sitio, es demasiado pretencioso, llamativo, ostentoso. Sé que una boda con un CEO de una gran empresa, tiene que ser por todo lo alto, pero yo prefiero algo más sencillo. Eso de rodearme de tanto lujo no es lo mío, por eso fui a comprarme el vestido a una tienda de segunda mano que encontré. Nina se g

