Grace Anderson
Adam limpia mis lágrimas con una servilleta de papel y hace una mueca cuando limpio mis mejillas con el dorso de la mano. Me había aferrado a él como un koala y no lo había soltado mientras manchaba su camiseta con mis lágrimas. Había sido duro toda la situación y yo no estaba preparada ni para lo de Sarah, ni para lo de Jared.
Mi amigo me pone sus gafas de sol y sonríe un poco.
— Así estás mejor —dice.
Niego con mi cabeza y apoyo mi codo en la mesa para después recostar mi cabeza en la mano. Tenía un café frente a mí y todavía no le había podido contar qué había pasado porque mi voz seguramente, fallaría.
Él me había dejado porque quería que yo hiciese otro año. No sabía si quería pegarle o agradecérselo. No sabía si odiarlo o seguir amándolo. Supongo que hacía ambas.
