Adam sube mi maleta por las escaleras mientras yo subo el caballete. Eran las últimas cosas que nos quedaban y le agradecía eternamente que me hubiese ayudado. Aunque sus turnos a veces eran horribles, había sacado hueco para ayudarme. Le había dicho innumerables veces que no hacía falta, que lo haría sola o esperaría hasta que mi padre pudiera ayudarme. No sabía que opinaba Sarah de que él estuviese ayudándome o quedando conmigo, pero Adam no me había dicho algo o se había alejado. Tenía cuatro compañeros de piso. Una chica y dos chicos. Simone, era el que estaba en casa en ese momento y el que nos estaba echando una mano. Él echa su pelo castaño hacia atrás y me sonríe. - Me alegra tener a alguien nuevo por aquí -dice cuando dejamos las últimas cosas en mi habitación-. Tienes la habit