Cuando Shelly y yo estábamos iluminados por la gracia divina de la luz del sol, el tiempo se detuvo y no existía nada alrededor de nosotros. Se trataba de uno de esos momentos en los que quisieras existir eternamente. Pero, la luz pronto se desvaneció y los vientos de la temporada invernal comenzaron a llamar nuestra atención, rozando nuestros brazos desprotegidos. MICHAEL: La vista, es muy hermosa, si estás aquí… pero, creo que mejor entramos, o vamos a resfriarnos… SHELLY: ¿Hmmm?... Ajá… ok… Tuvimos que despegar nuestros ojos y entrar a la casa que guardaba un poco más de calor. Yo quería saber si era un buen momento para hablar con Shelly, o si ella aún estaba muy cansada. Así que, mientras limpiaba un poco mi sofá y acomodaba las almohadas, le pregunté indirectamente sus planes… MI

