Michael se ruborizó por la propuesta de James, que le ofrecía la compra de su casa. Michael rápidamente comenzó a imaginarse viviendo ahí al lado de Shelly, viendo correr por los céspedes unos pequeños niños muy parecidos a él y a Shelly, y un perro alegre persiguiendo las mariposas. Definitivamente Michael quería ese sueño.
—Te lo agradezco mucho amigo... Y sería un honor para mí cuidar de tu casa... También creo que a Shelly le encantaría la idea, para tener un hogar cuando estemos casados... Pero tendrías que esperar a que gane algunos millones para que pueda pagártela... —admitió Michael, sin perder el optimismo.
—Sé que lo hará algún día, estoy seguro... —dijo James, sujetando su taza de café con tranquilidad. —Además, es tuya desde hoy... Puedes hacer lo que gustes con ella... Solo
