James tocó la puerta de la pequeña Betty y entró, quien estaba llorando sobre su almohada. ―Betty... No llores.... ¿Que no ves que todos sufrimos al verte llorar así?.... Deberías sentirte feliz por que el tío James por fin se va a casar ¿Eh? ―explicó James, conservando su humor. ―Dejarás de ser mi príncipe azul... ¿Ahora con quién me voy a casar eh? Creí que estarías conmigo y con mi hermanito para siempre... ―dijo Betty, quitándose las lágrimas de los ojitos. ―Pero Betty... ¿no crees que eres muy chiquita para pensar en casarte?... Ahora te gusto, pero cuando tú tengas edad para casarte, mi edad más o menos, yo ya seré un viejito calvo y barrigón... ¿No querrás casarte con un viejito calvo y barrigón? ...¿¡O, sí!? ―bromeó James al picarle la pancita para hacerla reír. ―¡Jajaja! ¡Jaj