Esa noche la pasé lamentándome, suplicando por Shelly, llorando desconsolado. Rose estaba a mi lado, cuidando de mí, tratando de consolarme, pero todo era inútil. Ella necesitaba dormir, pero no conseguía que me calmara. ―¡Oh! ¡Vamos Michael! ¡Ambos tenemos qué dormir! ¡Deja de llorar y trata de cerrar los ojos! ¿Quieres? ¡Me das mucha pena! ¡No quiero verte así! ―imploró Rose. ―¡Tú vete Rose! ¡Buuuaaa! ¡Vete a dormir si quieres!... Pero no me pidas que duerma... ¡Buuuu! Por qué si duermo, será para siempre... ―grité, en medio del llanto que se había apoderado de mi alma. Aquélla noche fue desgarradora. No sé si los pequeños escuchaban mis lamentos por todo castillo, pero mi histeria era tan incontrolable que no había nada que yo pudiera hacer. ―¡Shelly! ¡Buuuaaa! ¡Shelly!... ¡No t
Escanee el código QR para descargar y leer innumerables historias gratis y libros actualizados a diario


