MAYA No sé a dónde nos va a llevar esto. Sea como sea hoy ya estoy aquí y Alex me gusta tanto que no quiero pensar en otra cosa que no sea en pasármelo bien con él. Mañana tendré mucho tiempo de organizarme en el camino de vuelta a Seattle. Para evitar que los pensamientos se me arremolinen me llevo la botella a los labios. El whisky me quema la garganta; me recuerda a las mini-botellas que Anna y yo compramos para poder pasar alcohol a las discotecas. —Ah... Mira, —Alex señala al resto de chicos que no conozco, todos me parecen que sonríen demasiado sinceros como para ser malos—. Jeff y Dylan. Otros dos capullos. Otros dos capullos a los que te acostumbras, pienso. Levanto la mano. No quiero parecer borracha. —Hola —saludo. No se me da bien socializar. No sé hacer amigos. Sin emba